"La segunda estrella era tan grande que la onda de choque no pudo viajar hasta la superficie", explicó Tucker, coautor del estudio en el que también participaron la Universidad de Notre Dame, el Instituto Científico del Telescopio Espacial, la Universidad de Maryland y la Universidad de Berkeley.

Los científicos creen que el hallazgo, publicado en la revista de astrofísica Astrophysical Journal contribuirá a entender mejor estas complejas explosiones que han creado muchos elementos de los que están hechos los humanos, la Tierra y el Sistema Solar, como el hierro, el zinc o el yodo.

Las observaciones con el Telescopio Espacial Kepler también ayudarán a comprender cómo el tamaño y la composición de las estrellas afecta a los primeros momentos de su muerte explosiva.

kal

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