Como parte de las secuelas de la pandemia de Covid-19, en los próximos años se enfrentará una mayor presión fiscal, tanto por el gasto en salud como por el pago de intereses de la deuda que se incrementó en la mayor parte de los países, alertó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Además, las naciones tendrán que sortear el envejecimiento poblacional y la atención para adultos mayores, así como el aumento del gasto en atención médica y la escalada de precios en los servicios.

Sin embargo, no se deben considerar aumentos de impuestos como la vía para subir los ingresos públicos, pues existen otras alternativas.

En el documento El largo juego: Panorama fiscal hacia 2060, muestra la necesidad de una reforma estructural, la OCDE dijo que en los 38 países que la integran, así como en otros del G20, la tendencia real de crecimiento del Producto Interno Bruto se modera hacia 2060, lo que tiene que ver con la desaceleración de mercados emergentes.

Como consecuencia de la pandemia, señaló, “en el escenario base de la OCDE la tendencia de crecimiento se proyecta que disminuya 1.75% por año en 2019 a cerca de 1.5% en 2030 y a 1.25% para 2045. La tasa de crecimiento para las economías emergentes del G20 caerá más marcadamente de 4.5% por año en 2019 a alrededor de 3% para mediados de 2030, y a 2% para 2045, pero será mucho más alta que las economías avanzadas”.

Además, las presiones fiscales aumentarán en casi ocho puntos porcentuales de aquí a 2060 en la media de los países OCDE.

Los efectos de la pandemia seguirán impactando, consideró el organismo, pues todavía no está controlada, por lo que los países deben seguir apoyando con recursos públicos las acciones sanitarias y de salud para la población, pero una vez que se recuperen las economías, los gobiernos deberán retirar las políticas y programas de impulso.

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