Los sellos de alerta no van a provocar una caída en el consumo de alimentos, pero sí desorientarán a la gente. Por ejemplo, la mermelada light tiene más octágonos de advertencia que la normal, e incluso una ensalada con aderezo tiene alto contenido calórico, pero no por la lechuga, sino por el paquete de sazonadores que trae.

El presidente ejecutivo del Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico), Jaime Zabludovsky, admite que a consecuencia de la nueva NOM-051 de etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados, puede haber cambios en la compra de ciertas categorías, “pero no va a bajar el consumo”.

Tampoco se va a acabar con la obesidad, el sobrepeso y la diabetes, porque esos problemas de salud se resuelven con políticas integrales.

“No nos engañemos: no hay ni habrá en el mundo un etiquetado que solito baje la obesidad. Cuando dicen que bajará, es mentira”, afirma.

Si bien el gobierno dice que en Chile se redujo 15% el consumo de azúcar, Zabludovsky explica que se debió a que premiaron la sustitución por edulcorantes, pues los empaques perdían un sello, pero no bajó la obesidad.

Añade que en Chile la Coca-Cola light no tiene sellos porque tiene edulcorantes, y un yogurt puede tener hasta tres. En México se castiga tener edulcorantes, cafeína y todo tipo de endulzantes.

En el caso de los refrescos u otras bebidas, en Chile se permitió cambiar el azúcar por edulcorantes, por lo que sólo hubo una sustitución, mientras que en México la nueva normatividad considera como dañinos todos los productos endulzados.

Al principio los chilenos dejaron de consumir yogures y cereales que se percibían como sanos, pero tienen etiquetas de exceso en azúcares, grasas y calorías. Sin embargo, luego de un tiempo se recuperó el consumo.

Sin embargo, cuatro o cinco años después de implementar el etiquetado, “el efecto es neutro”, asegura.

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