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Pese a que hasta ahora son favorables las señales en torno a la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la incertidumbre surge en el escenario de que la renegociación se extienda hasta después de las elecciones de México, complicando el que se alcance un acuerdo por parte de los tres países socios, afirma Esteban Polidura, director de inversiones para México en UBS.

En entrevista con EL UNIVERSAL, explica que posponer las pláticas tiene un lado positivo y otro negativo. En el primer caso, si Estados Unidos empuja la negociación hasta después de las elecciones, indirectamente está diciendo que le interesa negociar, es decir, que no quiere cancelar.

Pero, desde el punto de vista negativo, extender la negociación prolonga el periodo de incertidumbre, porque a los mercados financieros les gustaría que ya concluya la renegociación y pasar a otros temas. Si se alargan las pláticas se extiende también el periodo de volatilidad de varios activos, como por ejemplo el tipo de cambio, advierte el directivo.

Al posponer las pláticas para después de las elecciones se corre el riesgo también de que quien gane el 1 de julio podría tratar de incidir en la renegociación y eso puede entorpecer las pláticas. Además, si no se llega a un acuerdo para el 1 de diciembre, fecha en que el nuevo presidente mexicano tomará posesión, el riesgo es que el equipo entrante comience a revisar desde cero las negociaciones, poniendo en entredicho los acuerdos a los que se haya llegado.

Por otra parte, cancelar el TLCAN tendría un efecto importante a corto plazo para la economía mexicana porque podrían frenarse algunas inversiones y cancelarse ciertos proyectos que ya están encaminados. Moody’s estimó que el efecto en el primer año de una eventual cancelación del TLCAN sería de alrededor de dos puntos porcentuales del PIB, recuerda el especialista.

Sin embargo, en su opinión, el efecto a mediano y largo plazos de ese escenario sería limitado porque existe un grupo de reglas bajo las que se tendría que regir el comercio entre México y EU, que son las de la Organización Mundial de Comercio (OMC), y que entrarían en vigor inmediatamente si se cancela el TLCAN.

“En estas reglas el arancel promedio que tendría un producto mexicano en Estados Unidos sería de alrededor de 3% a 5%, así es que es bastante limitado o manejable, no creemos que tuviera un efecto de mediano plazo muy fuerte”, afirma.

Por lo que se refiere a la reforma fiscal aprobada en Estados Unidos, Polidura considera que de forma inmediata el efecto también va a ser muy limitado, debido a que para las empresas estadounidenses calcular el efecto que va a tener en sus operaciones trasladar su operación al territorio de su país no es tan sencillo, pues muchas de ellas ya tienen estructuras fiscales complejas establecidas en otros países que, a su vez, ya les daban ciertos incentivos fiscales.

Además, México tampoco tiene las manos atadas y no es necesario que el gobierno responda bajando el equivalente del Impuesto Sobre la Renta (ISR), ya que es posible retener y atraer inversiones de muchas formas. Un ejemplo es seguir promocionando las zonas económicas especiales, así como evidenciar las ventajas que tiene México sobre otros países en factores como mano de obra calificada o contar con una cadena de suministro fuerte para muchas de las industrias que operan en el país, además de la proximidad con Estados Unidos y contar con una infraestructura logística eficiente.

Elecciones en México

El otro foco de atención para inversionistas respecto a México es el proceso electoral. Sin importar quién gane, a medida que se acerque el 1 de julio habrá más sensibilidad a todos los temas políticos y probablemente los mercados reaccionen de manera diferente a como lo han hecho hasta ahora, advierte el especialista.

“Vemos el proceso electoral en México como un ingrediente adicional de volatilidad en los mercados y por eso hemos sido muy cautelosos cuando hablamos con nuestros inversionistas en el sentido de no tomar posiciones que apunten a uno u otro escenario, porque todo puede cambiar muy rápido”, indica.

Un factor clave para los inversionistas es la estabilidad, destaca. Más que cualquier otro aspecto, los inversionistas están buscando estabilidad y transparencia, de tal forma que se sientan confiados para planear inversiones y que sientan que pueden anticipar el mediano y largo plazos.

Lo que ellos no quieren es una agenda política con grandes cambios y que muchos de esos ajustes impliquen modificar elementos que hasta hoy están dando muestras de moverse en la dirección correcta.

“Por ejemplo, el tema de la reforma energética se aprobó y ya se está ejecutando. Todos sabemos que muchos de esos proyectos van a tardar tiempo, pero incluso ya se están encontrando nuevos yacimientos de petróleo, ya se han asignado a empresas extranjeras y domésticas, y yo creo que para el inversionista sería negativo de repente ver que ese progreso hacia una mayor producción de petróleo y hacia un mercado abierto de competencia se revierta”, señala.

En el proceso electoral se verán anuncios y estrategias llamativas, incluso algunas de ellas agresivas, buscando números bastante ambiciosos, pero lo interesante será ver cómo es que los candidatos justifican los números a los que pretenden llegar y que las estrategias para tener un mayor crecimiento económico o reducción de la pobreza, por ejemplo, no involucren un cambio radical, y que por consiguiente no se afecte la estabilidad del país.

Así como permanece favorable el ánimo de los inversionistas hacia México es un sentimiento muy susceptible de cambiar dependiendo de temas específicos, como la renegociación del TLCAN, las elecciones y el ambiente geopolítico global, señala el directivo de UBS.

“Por ejemplo, si la relación de EU con Corea del Norte se deteriora, somos conscientes de que el peso, como es una de las monedas de mercados emergentes más líquidas en el mundo, probablemente resentiría ese efecto de forma más intensa que otras monedas, o la inversión hacia México podría verse afectada si en el mundo hay una percepción de mayor riesgo”, explica.

Sin embargo, por el momento no se observa ningún foco rojo en ese sentido, afirma Esteban Polidura, pero en vista de lo incierto que es este año para México el inversionista es muy cauto con respecto a sus decisiones de inversión, sobre todo con las que son de largo plazo.

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