“La aceptación radical es la disposición a experimentarnos tal como somos y vivir nuestra vida como es”, dice Tara Brach, autora de Aceptación Radical (2014). Sin embargo, huimos de la frustración, los sentimientos negativos, del dolor, de la adversidad, a pesar de que todos ellos son parte integral de nuestra vida. ¿Cómo lo hacemos? Nos alejamos de las emociones, nos quejamos de la situación, protestamos internamente por lo que sucede (¿Por qué tengo yo que vivir esto?) y dando batalla a lo que es, a la realidad. Nos defendemos como gatos boca arriba ante lo inevitable, la realidad. Y lo hacemos casi por instinto, porque después de todo…

¿Quién quiere pasarla mal, sentirse triste o desilusionado, enfrentar pérdidas?

En parte, esta actitud de evitación es comprensible pues nos proporciona alivio inmediato: “Por fin me deshice de esta emoción” o “Qué alivio no tener que lidiar ya con esto”. El problema es que las emociones no atendidas, igual que los pendientes no resueltos, te pasan la factura.

La gratificación instantánea no viene sin un precio

Hay una “multa” que pagar, cuando nos escapamos a lo que el Dr. Leon F. Seltzer llama “malestar necesario”. Si dejas de pagar tu tarjeta de crédito, pronto recibes un golpe de realidad: tienes que pagar la cantidad original, más intereses, gastos por cobranza e impuestos por esos gastos de cobranza. Lo que no confrontas en el momento (en el trabajo, la salud personal, los retos en tus relaciones, cuestiones financieras y emocionales presentes y del pasado), te pasa una factura mucho mayor después.

Al resistirnos a la realidad, con frecuencia decimos cosas como: “No es justo”, si perdiste tu trabajo porque te acusaron de hacer algo que no hiciste. “No puede ser verdad”, si tu pareja te fue infiel. “Las cosas no deberían ser de este modo”, si tu solicitud a la universidad o a un empleo no fue aceptada. Pero estos pensamientos no sirven de nada, no cambian la situación y sólo aumentan el dolor.

Con bastante facilidad olvidamos que las experiencias desagradables son parte de la vida y si no las aceptamos, agregamos sufrimiento a nuestro malestar.

Aplastar nuestros sentimientos, enterrarlos y poner un pie sobre ellos para mantenerlos bajo tierra, con frecuencia, lleva a la depresión y ansiedad. Ahora bien, estos padecimientos no surgen de inmediato. En terapia, al explorar las razones que llevan a la ansiedad y depresión que parecen surgir de la nada, con frecuencia encontramos que hay pérdidas, emociones enterradas, asuntos psico-emocionales sin resolver.

¿Por qué nos resistimos a la realidad?

  1. Nos convencemos de que no aceptar las situaciones, va a hacer que cambien. Negar nunca ha resuelto nada, sólo esconde una realidad que se habrá de enfrentar tarde o temprano.
  2. Imaginamos que aceptar la realidad es darse por vencido o tomar una actitud pasiva. Nada de eso, sólo es un paso necesario para después tomar una  acción desde un mejor lugar: concentrándose en la solución sin dar vueltas al problema.
  3. El dolor existe, es una realidad y toma diferentes formas (frustración, desilusión, sacarnos de nuestra zona de confort). No podemos controlar la inevitable existencia del malestar, pero sí la actitud que adoptamos hacia éste. Y esto hace una gran diferencia.

¿Qué es la aceptación radical?

Marsha Linehan (1993) quien acuñó el término lo define cómo:

  1. Aceptar lo que te toca vivir, a pesar de que no te guste o no estés de acuerdo. Es decirle a la vida.
  2. Saber que algunos problemas no tienen solución inmediata.
  3. No resistirte a lo que es imposible cambiar o a lo que has decidido no cambiar.
  4. Dar la bienvenida a la realidad tal cual es.
  5. Dejar de pretender controlar las situaciones dolorosas.
  6. No evitar los aspectos más dolorosos e inquietantes de tu experiencia.

¿Qué no es?

  1. Tomar una postura derrotista o de resignación, pues esto lleva una carga negativa y de no aceptación.
  2. Regodearse en las emociones y adoptar una actitud victimista o de sufrimiento. Al contrario: al aceptar lo que es, nos alejamos del sufrimiento.
  3. Estar de acuerdo con lo que sucede.

¿Cómo practicar la aceptación radical?

  1. Si no puedes resolver una situación, acepta ese hecho. Al hacerlo cambia tu percepción y la energía con que la abordas. Enseguida concéntrate en la solución, en lo que sí puedes hacer. Una de esas cosas es dejar de pensar en lo injusto e indeseable que es lo que te toca vivir en ese momento. Deja que esos pensamientos pasen. Tampoco necesitas hacer un gran esfuerzo para detenerlos o bloquearlos. Podría ayudarte repetir algo como: “es lo que es”.
  2. Acepta que lo sucedido ya quedó en el pasado y es tiempo de seguir adelante. Pon tu energía en la solución, esto es ver hacia delante, o en algo que encuentres más satisfactorio.
  3. Practica, practica, practica. La aceptación requiere de repetición.

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