Son las 4:00p.m., el sol está en su esplendor. Al fondo del restaurante está sentado un joven de tez clara que porta una chamarra de cuero y unas gafas de sol que le cubren el rostro.

Me acerco con delicadeza a la mesa en la que se encuentra sentado y lo saludo. Él me da la mano sin percatarse que la trae escurriendo. Las gotas de sudor le recorren la frente, se ve muy nervioso. Me pide sentarme frente a él y le da unos sorbos a su café. Me da una cucharita y un sobre de azúcar, me mira con un poco de recelo y agacha la mirada. Una lágrima le baja por la mejilla. “Yo nunca he hablado de esto” me suelta de pronto y luego se queda callado.

Diego es uno de mis mejores amigos, lo conocí hace algunos años cuando estaba en la preparatoria. Él tiene una historia que contar.

Bebemos café y hablamos de cosas triviales, el sudor de su frente lo sigue delatando. Diego tiene miedo, y lo demuestra. De pronto, entre la charla sale el tema de su tío. No espera más y me suelta el nudo de palabras que ha estado guardando desde hace unos diez años.

Según datos de ¿Cómo vamos Ciudad de México? En 2013 y 2014, los abusos sexuales y secuestros se encontraron apenas rebasando el 1% en el área metropolitana. Además, 86% de la población aseguró no haber sido discriminado, quedando sólo el 12% con una respuesta afirmativa. De esa cifra, el 11% fueron mujeres, y el 13% varones.

Diego es un joven de 20 años recién cumplidos, y desde que tenía unos diez ha sufrido de abuso sexual por un miembro de su familia.

Según información obtenida de la PGJ de la Ciudad de México, en 2013 los delitos de abuso sexual representaron el 1.16% del total de la incidencia del Fuero Común en la Ciudad de México, dato que disminuyó en 2014, con 1.00%. De enero a noviembre de 2015 la cifra no cambió.

Durante los tres años, el rango de edad con mayor incidencia a sufrir un abuso sexual fue de los 15 a los 25 años, siguiendo las personas entre 6 y 14 años.

Diego lleva diez años tolerando al hombre que abusa de él en su propia casa, y no es el único; aunque la incidencia es mayor en mujeres, que reportaron 91.7% hasta noviembre de 2015, el delito sexual contra hombres fue cometido en un 8.3% para la misma fecha.

Mi amigo me toma la mano y me pide escribir sobre esto.  Él nunca ha hablado del tema por miedo. Sus padres que viven con él, no conocen la verdadera cara del hermano de Cristina, madre de Diego. Y ahora que decide hablarlo conmigo me pide no grabar la conversación. El sudor no cesa de bajar por su frente y las lágrimas siguen escurriéndole las mejillas.

De enero de 2014 a noviembre de 2015 se dictaron 258 sentencias de un total de 600 probables responsables.

“Me da miedo hablar.” Al principio se sentía humillado al decir que su familiar lo había violado, pero con el paso del tiempo la sensación cambió; no era que su familiar lo hubiese hecho o no, era que un hombre había sido violado por otro hombre.

De enero de 2013 a noviembre de 2014 fueron consignadas 78 personas que abusaron sexualmente de hombres. Sin embargo, de esa cifra sólo han sido sentenciadas 36. Lo que corresponde al 46.2%.

Diego no para de llorar. Con un nudo en la garganta y las lágrimas mojando hasta su cuello delata la primera ocasión en la que su tío le hizo daño. Me asegura que en ese entonces él era muy pequeño como para decirlo, fue así que dejó  crecer el problema.

Son casi las seis de la tarde, Diego para de hablar, seca sus lágrimas con la servilleta de tela y dispone a pagar la cuenta. No planea denunciarlo, pero tampoco quiere seguir viviendo en la casa de un delincuente.

*Los nombres han sido cambiados a petición del testimonio.


Frida Sánchez, Comunicación y Periodismo FES Aragón, UNAM
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Ilustrador Elihu Shark-O Galaviz
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