






Llegó el momento de que se le haga saber a Washington que entre nuestros afanes nacionales no está el de andar asesinando gringos y que si hay tráfico de fentanilo y otras drogas es por la gigantesca demanda de sus millones de adictos.


EU, que había sido la potencia hegemónica con la fuerza para ordenar los desequilibrios mundiales y evitar la temida conflagración nuclear que hoy se vislumbra en el horizonte, no es más ese fiel de la balanza.


Desde octubre del año pasado, cuando Armando Ocampo Zambrano asumió la dirección ejecutiva de la ASEA, la agencia empezó a ganar reflectores, no precisamente por buenas razones.




