Antonio Calce aún no cumple 50 años, pero ya es un viejo lobo de mar que ha navegado por mares agitados. En su empleo anterior como CEO de Corum, Calce (Neuchâtel, 1967) le puso los pelos de punta al sector relojero suizo cuando en 2013 acordó la adquisición de esa marca por parte del grupo chino Citychamp. Corum se libró de la bancarrota gracias a una fuerte inversión de su nuevo dueño, sin perder su esencia, como algunos temían. Calce mantuvo su puesto y fue designado CEO de Eterna, otra empresa de relojes suizos propiedad de Citychamp.

Pero en enero de 2015 se convirtió en CEO de Sowind Group, la compañía madre de Girard-Perregaux y JeanRichard. Sowind es, a su vez, propiedad de Kering, el gigante del lujo encabezado por François-Henri Pinault.

A Calce le toca de nuevo zambullirse en aguas revueltas y tomar decisiones polémicas, sobre todo en Girard-Perregaux, una de las grandes damas de la industria. Por lo pronto, anuncia que esa manufactura entrará en el segmento de los 5 mil a 10 mil dólares con varios guiños a la tendencia vintage.

Se ampara en un realismo crudo: “Necesitamos incrementar nuestra base de clientes”, dice en esta entrevista con Tiempo de Relojes. “No hay opción: es una cuestión del tamaño del negocio y una exigencia del mercado. Hoy, si no eres suficientemente grande no sobrevives”. A la vez promete respetar el legado de la casa, que en 2016 cumple 225 años.

¿Qué cosas han cambiado en Girard-Perregaux desde que usted está al frente?

—Por primera vez en mucho tiempo hay una buena visión y una estrategia real. Antes todo giraba alrededor de la creatividad, pero sin un enfoque estratégico. Redefinimos nuestros pilares y participaremos en el segmento de 5 mil a 10 mil dólares para ser más competitivos. Es un gran cambio. Este año, por ejemplo, presentamos un nuevo cronógrafo en acero llamado Competizione de menos de 10 mil dólares que nos acerca a consumidores más jóvenes con productos que reflejan nuestra historia. Otra evolución es la colección 1966 en acero con calendario perpetuo, GMT, tres agujas, calendario completo y fases lunares, que por primera vez será posicionada en ese segmento.

¿Con qué productos celebrarán el 225 aniversario?

—Relanzaremos el Laureato de 1975 en dos ediciones de 225 piezas. Habrá otro relanzamiento interesante: el Gyromatic de 1957, también en edición de 225 piezas. Ambos serán parte de la colección Heritage, inspirada en las piedras angulares de la marca. Es un tributo a nuestra herencia y know-how. Heritage será una colección satélite. La creamos para que nuestra historia esté siempre presente con productos emblemáticos. Uno o dos por año, todos de edición limitada.

Está apostando a lo vintage.

—Más bien a un enfoque más comercial, con los acabados correctos, el precio adecuado y con coherencia. Hay una gran evolución en el Constant Escapement L.M., que ahora es más sexy. Un producto así representa una innovación maravillosa, pero no se sentía terminado. Reduje un poco el tamaño, cambié los acabados y ahora el diseño de la esfera es más sexy. También tendremos la nueva generación del Tourbillon Three Bridges en oro. La caja es más moderna y los puentes tienen un diseño más interesante.

Este cambio implica retos y riesgos.

—Es un reto atractivo. Cuando una marca tiene una herencia como la nuestra, es importante comunicarla bien. Después de que ves el Tourbillon Esmeralda creo, con sinceridad, que es imposible encontrar otras marcas capaces de lograr esos acabados. Quizá Patek Philippe en algunos productos. Breguet no. Ni Vacheron Constantin, con todo y el Sello de Ginebra. Nuestros acabados son increíbles y hay que comunicar eso con el enfoque adecuado para capitalizarlo.

Quiere hablarle a quienes quizá no conocen la historia de la marca, pero que pueden comprar relojes de 5 mil a 10 mil dólares. ¿No le preocupa que quienes sí conocen el legado de la firma piensen que se alejan del high end?

—Un reloj que cuesta 10 mil dólares no es barato. La estrategia es coherente. A la marca le servirá llegar a otro tipo de clientela, y todo nuestro expertise y nuestra alta calidad en acabados serán respetados. Pero necesitamos incrementar nuestra base de clientes. No hay opción: es una cuestión del tamaño del negocio y una exigencia del mercado. Hoy, si no eres suficientemente grande no sobrevives. No puedes vender sólo unos cuantos cientos de piezas en el segmento más alto porque te extingues. Por eso necesitamos tener ambas colecciones. Y no hay canibalismo entre ellas.

¿Han invertido para aumentar la capacidad de producción?

—No, y manufacturamos los movimientos, sus componentes y también las cajas. El know how de la casa es impresionante. Dicen que en otras manufacturas, cuando el gerente quería regañar a un relojero que hacía los acabados con mucho esmero, le decía “apúrate, no estamos en Girard-Perregaux”. Es una historia real. La reputación de la marca se debe a su fortaleza relojera y a los acabados.

Si no hace estos cambios, ¿qué pasaría con la marca?

—Estaría dormida. Somos uno de los cuatro pilares de la industria relojera suiza, junto con Vacheron Constantin, Breguet y Patek Philippe. Tenemos que trabajar muy duro para seguir a esas marcas en términos de tamaño del negocio. Mi trabajo es construir una reputación fuerte que no sólo esté basada en las ganancias, sino también en la percepción de la marca.

¿Estaba perdiendo relevancia?

—Estaba demasiado en calma, sobre todo si analizas su potencial. Mi misión es desarrollar lo que Girard-Perregaux necesita. Los directores se van, las marcas permanecen. Nuestra labor es ponerlas en una situación segura en términos de producto, distribución, identidad, comunicación… Los CEOs podemos ser peligrosos si no ponemos en marcha la estrategia adecuada. Debemos cuidar el legado, no tenemos derecho a matarlo. Ese legado de la industria relojera suiza produce hoy 22 mil millones de dólares anuales en exportaciones y 6 millones de empleos. Imagina la magnitud del negocio. Si lo matamos, si no respetamos a nuestras marcas y nuestra historia, todo acabaría. Aunque estemos cansados de oír que hay que volver a las raíces, eso es lo correcto. También por eso reabriremos el museo de Girard-Perregaux.

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