La posibilidad de leer en dispositivos móviles como tabletas o teléfonos inteligentes ha democratizado esta práctica, pero también implica riesgos de aumentar las desigualdades, dadas las diferencias socioeconómicas de acceso a aparatos, conectividad y contenidos, coincidieron especialistas.

Al presentar el informe "La lectura en la era móvil", Nuria Sanz, representante en México de la UNESCO, dijo que ante el hecho de que aún hay 4.5 millones de analfabetas, 10 millones de analfabetas funcionales y 16 millones de personas sin terminar la secundaria, la lectura en dispositivos móviles ofrece una gran oportunidad.

Aunque el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que se presentó este martes se concentra más en países de África Subsahariana, sus resultados, dijo, tienen algo de universal.

Al respecto, indicó que por la amplísima penetración mundial de la tecnología de teléfonos celulares, con los cuales cuentan más de seis mil millones de personas en el mundo, aunque sólo cuatro mil 500 millones cuentan con acceso a un inodoro.

En términos prácticos, es mucho más fácil leer en dispositivos móviles que ir a una biblioteca, y prueba de ello es que mientras en México hay una biblioteca por cada 16 mil 757 habitantes, en Nigeria, por ejemplo, hay una por cada millón 350 mil personas y es mucho más barato acceder a la lectura electrónica que en papel.

Sin embargo, Nuria Sanz advirtió que la lectura digital implica sus riesgos porque, por ejemplo, niños preescolares que manipulan con facilidad una pantalla táctil, no saben tomar un lápiz para dibujar, y la conectividad es un obstáculo real para leer en aparatos electrónicos.

Hay también otra desigualdad, porque hay más hombres con acceso a dispositivos móviles que mujeres, pero ellas leen más y por más tiempo que ellos.

En su oportunidad, Marina Kriscautzky Laxague, coordinadora de Tecnología para la Educación de la UNAM, advirtió que en México persisten desigualdades graves en la alfabetización, aún más marcadas en grupos vulnerables como las mujeres indígenas.

Además, la desigualdad marcada por el acceso a la tecnología profundiza las brechas, al tiempo que consideró que "repartir tabletas no alcanza para resolver el problema; hace falta acompañamiento educativo para que sirva al receptor para cambiar su vida".

La especialista en tecnologías educativas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) insistió en que ante los cambios tecnológicos, hace falta una nueva forma de medir el analfabetismo, pues hoy en día no basta saber leer y escribir.

A su vez, Ernesto Piedras, economista por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), sostuvo que las pantallas llegaron para quedarse, pero los libros de papel no desaparecerán.

Coincidió en que la lectura en dispositivos móviles democratiza e inspira esta práctica, si bien advirtió que en ella subyacen varias posibilidades de ahondar las brechas ya sea por capacidad económica, género, región o habilidades digitales.

"Hoy somos hommo-telecom, pero no todos los hommo-telecom fuimos creados iguales", aclaró el especialista del ITAM.

De hecho, dijo, las cifras más recientes sobre Internet en México indican que 51 por ciento de la población tiene acceso a la red, lo cual significa que la mitad de los mexicanos están al margen del conocimiento digital.

Por eso, "ya que nos gustan tanto las pantallas", propuso que se amplíen los contenidos y su uso, por ejemplo colocando en versión digital los libros de texto gratuitos, además de su correspondiente en papel.

El especialista apoyó la propuesta de crear la Secretaría de Cultura, como medio para mejorar este aspecto de la vida en México, incluyendo el hábito de la lectura.

Recordó que si bien el promedio de lectura es de 2.9 libros por año, esta cifra se reduce a 0.4 libros por año cuando las personas terminan la universidad, lo cual habla de la necesidad de mejorar el hábito.

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