¿Qué se requiere para que un gobierno le proporcione a sus ciudadanos la protección y seguridad que merecen y por la que pagan sus impuestos con los que sostienen a autoridades, funcionarios, legisladores, soldados y policías? ¿Qué se requiere para que una ciudad le proporcione a sus habitantes la protección y seguridad que merecen y por la que pagan sus impuestos con los que sostienen a autoridades, funcionarios, legisladores, soldados y policías? ¿Qué se requiere para que una familia le proporcione a sus miembros la protección y seguridad que necesitan y merecen?

Todos sabemos la respuesta a estas preguntas. Y sabemos también que eso no sucede. Porque los gobiernos no lo hacen. Y porque las familias por sí solas, no pueden hacerlo. Y sin embargo, los gobiernos dicen que sí pueden y prometen y hasta aseguran que han logrado bajar los delitos, aunque la realidad y los datos demuestren lo contrario. Véase cualquier informe del presidente, de la jefatura de gobierno de la CDMX, de los gobernadores y procuradores de justicia y no hay uno solo que reconozca su fracaso en proporcionarnos a los ciudadanos la protección y seguridad que merecemos y por las que pagamos impuestos y sostenemos carísimos aparatos de gobierno y de policía.

¿Qué esperan que hagamos mientras los delincuentes se pavonean con su maldad y los gobiernos se pavonean con sus fracasos? ¿Encerrarnos sin ir a trabajar, a estudiar, al mercado, al médico, al cine, al restorán con amigos? ¿Es esa la solución a tanta ineptitud?

Es evidente que para los gobernantes los ciudadanos no cuentan. Allí están los homicidios, secuestros y robos todos los días. Es evidente que cuentan menos si son pobres. Allí están los asaltos al transporte colectivo todos los días. Y es evidente que mucho menos cuentan si son mujeres. Allí están las violadas sin que pase nada aunque denuncien, las acosadas y golpeadas sin que pase nada aunque denuncien, las desaparecidas aunque sus familias denuncien y aquellas cuyos cuerpos aparecen tirados en alguna parte sin que jamás se sepa quién las mató.

Por eso es tan importante Montse. Es una mujer joven que salió de su casa y tomó un taxi para ir a su trabajo como hacen miles de personas. Pero el taxista le robó y se empezó a desviar de la ruta. Y entonces ella se dio cuenta de que algo malo se aproximaba y se aventó del taxi en movimiento. Montse se jugó todo para salvarse. Porque ella sabía que nadie la iba a ayudar. Nadie más que su familia, que en cuanto perdió contacto con ella, inmediatamente se puso a buscarla ¡sin ayuda de ninguna autoridad!

Ya nos anunció Claudia Sheimbaum que se hará un registro de taxis. Ojalá de verdad lo haga. También de combis y camiones. Pero sobre todo, de los choferes autorizados para conducir los vehículos del transporte público. Y ojalá haga lo más difícil: controlar que se cumpla que sean ellos quienes los conducen y que se tengan sus datos para localización y se les apliquen pruebas de confianza y seguimien tos. Esto se hace en todo el mundo ¿Por qué entre nosotros hay este desorden? ¿Por qué aquí tomar un transporte público implica riesgo de robo y hasta de muerte?

No lo sé. Solo sé que hoy por hoy, las cámaras no sirven para que se detenga a los culpables, las policías y hasta la Guardia Nacional son insuficientes y lo único que es seguro es que el gobierno va a prometer hacer una investigación y llegar al fondo del asunto.

Montserrat Serralde encarna el triunfo de la lucha feminista. Es el ejemplo de las mujeres de hoy: valiente, decidida, digna. No como las que ocupan asientos en gobiernos, legislaturas y eventos de intelectuales solo por las cuotas.

Con su valentía y coraje nos dio a todos una lección: a las mujeres, a los ciudadanos, a las autoridades, hasta a los delincuentes. Desde este espacio le declaro mi admiración y le deseo una recuperación completa y pronta.


Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx

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