Aunque durante su campaña, el hoy presidente Donald Trump se refirió en tono crítico a que la Reserva Federal (Fed) habría mantenido muy baja su tasa de interés, en 0.25% durante siete años, en realidad el mercado no le había prestado mucha atención.

Más tarde, a comienzos de su mandato presidencial, circuló la noticia de su pregunta a asesores sobre si un dólar fuerte o débil era lo que convenía a Estados Unidos.

Hoy la situación es bastante diferente, vistas sus declaraciones críticas al plan de la Fed de seguir aumentando su tasa de interés. Su postura contra el aumento es porque piensa que amenazaría la recuperación económica, entre otros, porque fortalecería el tipo de cambio del dólar, es decir, sería desfavorable a sus exportaciones.

Se entiende con esto que el dólar fuerte causaría un mayor déficit comercial de Estados Unidos, el cual ya fue de 807 mil millones de dólares en los doce meses hasta el primer trimestre de 2018.

Lo que ha cambiado entre la campaña de 2015-16 y 2018 es que el presidente Trump está más consciente de que la recuperación estadounidense, su principal logro, puede ser frustrada por el aumento de la tasa de interés. Y, más aun, que la apreciación del dólar daría una ventaja competitiva a China, quien ya comenzó a permitir el debilitamiento de su propio tipo de cambio. Esto último también para contrarrestar su debilitamiento económico.

Lo anterior, al margen de aumentos de tarifas a las importaciones provenientes de China y Europa, con quienes Estados Unidos tiene un déficit externo alto. Con China tuvo en 2017 un déficit de 376 mil millones (le vendió 131 mil millones y le compró 506 mil millones). Con Alemania (a quien Trump distingue del conjunto de Europa), su déficit fue de 64 mil millones.

Es claro que Trump está haciendo la conexión entre recuperación estadounidense, tasa de interés, tipo de cambio y déficit externo. No está mal para quien en 2016 preguntaba si un dólar fuerte convenía o no a su economía.

En realidad, la Fed no tiene ninguna atribución sobre el tipo de cambio del dólar (atribución del Departamento del Tesoro), aunque irónicamente sus decisiones de política monetaria lo afecten directamente. Por otra parte, el Fed tiene muy claro que dentro de un año su recuperación estará prácticamente agotada y quisiera preservar el nivel de pleno empleo que tiene hoy.

Para eso necesita seguir subiendo su tasa de interés y así tener altura desde la cual comenzar a reducirla cuando llegue el momento de responder a una desaceleración. Lo hará en movimientos pequeños de 25 puntos base cada uno y con toda la cautela. Si hay una desaceleración antes, dejará de subir la tasa.

El resentimiento con los déficits contra China y Alemania es otra cosa. Con estos dos países el déficit en el año 2000 era el 25% de todo su déficit comercial. Hoy con esos dos países es el 54% y ha pasado de 113 mil a 440 mil millones de dólares entre 2000 y 2017.

Trump es el primer presidente de EU desde Richard Nixon que se ocupa del déficit externo en combinación con el tipo de cambio. Es previsible que la presión que desea hacer sobre estos países se centraría idealmente en una revaluación de esos dos tipos de cambio.

Hasta que no haya, si acaso, una realineación de tipos de cambio, por lo menos el de China y Alemania (el euro), se aplacará la tensión del proteccionismo estadounidense. La falta de un entendimiento entre las economías avanzadas sobre tipos de cambio es una gran deficiencia del sistema económico global y no se va a arreglar pronto.

Analista económico.
rograo@gmail.com

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