¿Qué hacer?

En materia migratoria, nuestro país amaneció el día de ayer picoteado por el gallo y aborrecido por las gallinas.

Es decir, entre el anuncio de aranceles a las importaciones mexicanas en Estados Unidos de América y la indiferencia de los países centroamericanos del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) para atender el fenómeno migratorio, México ha quedado literalmente en medio de un póquer perverso de juegos de fuerza regionales.

En este juego de baraja es necesario tener muy claro qué cartas jamás van a jugar en lo inmediato los participantes.

Por ejemplo, el gobierno del señor Trump nunca va a poner un dólar para financiar el plan de México y la CEPAL para terminar de raíz con el problema migratorio en Centroamérica, hasta que nuestro país despliegue acciones de sellamiento policial o militar para detener el flujo irregular en la frontera sur.

De la misma manera, los gobiernos del Triángulo Norte jamás van a comprometer recursos propios ni darán la máxima prioridad al plan AMLO-CEPAL contra la migración masiva, hasta que no encuentren en lo inmediato un reemplazo cierto y prolongado a las divisas de sus migrantes como principal fuente de sostenimiento económico.

Asimismo, Washington debe tener muy claro que el actual gobierno de México jamás va a utilizar la fuerza policial o militar para sellar, repeler o reprimir la migración irregular de centroamericanos, así lleguen los aranceles al 25 por ciento, porque, como lo señaló el presidente AMLO, los problemas sociales no se resuelven aumentando impuestos, y porque nuestra política migratoria se basa en principios y valores, no en cálculos para afianzar una reelección o en conveniencias económicas del gobierno en turno.

¿Qué sí podemos y debemos hacer?

Hay cinco áreas en las que los gobiernos de México y EUA pueden llegar a acuerdos, para reducir el riesgo de inseguridad asociado colateralmente al fenómeno migratorio: cooperación binacional para combatir y prevenir el terrorismo internacional, el tráfico de personas, el trasiego de drogas ilegales, el comercio de armas y el lavado de dinero.

Está en el interés de México y Estados Unidos prevenir y combatir de manera coordinada estos fenómenos delictivos que atentan contra la seguridad nacional de ambos países y los derechos humanos de sus poblaciones civiles.

No se trata de criminalizar la migración, sino de eliminar el riesgo de que grupos criminales se monten y usufructúen este fenómeno social global. Tampoco se trata de que México haga el trabajo migratorio sucio a EUA, sino que protejamos limpia, transparente y coordinadamente los intereses nacionales y la seguridad humana de las poblaciones asentadas en ambos lados de nuestras fronteras.

El Plan de Desarrollo Integral presentado por México y la CEPAL es la mejor opción para atacar de raíz las causas de la migración en nuestro país y CA, pero es de largo plazo. En el plazo inmediato, hay que atender también las amenazas a la seguridad y los derechos humanos de connacionales, centroamericanos y estadounidenses. Y sólo existen la cooperación, la coordinación y los acuerdos diplomáticos para alcanzar una migración ordenada, segura y regular, como lo impulsa la ONU.

México puede acudir a otras medidas coyunturales para atender la emergencia de los aranceles. Por ejemplo, decretar aranceles a las importaciones estadounidenses en la misma medida y proporción; cabildear la eliminación de esos aranceles con los grupos afines a nuestro país en el Congreso norteamericano, en los gobiernos locales y en los grandes grupos corporativos con inversiones en territorio nacional; así como demandar a los gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras una mayor responsabilidad en sus políticas migratorias.

Pero en lo inmediato, antes del 10 de junio, lo importante es encontrar un acuerdo de seguridad migratoria en el que las frases clave sean: cooperación sí, sumisión no; colaboración sí, dominación no; respeto y dignidad nacional, ante todo; humillación y sojuzgamiento, nunca.

ricardomonreala@yahoo.com.mx
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