Nada peor que escuchar o leer las noticias y saber de uno más de nuestros jóvenes mexicanos muerto a manos de la delincuencia. Se trata de chicos que estudiaban una carrera, que alejados de ese mundo de vicio y crimen terminan siendo una víctima más de la desintegración de una sociedad harta de la escoria que deja familias destrozadas... Los buenos jóvenes no merecen este México.

Norberto, Alexis, Pedro... Más y más nombres de suman a esta terrible lista. Más y más madres, padres, hermanas, lloran de impotencia, porque el dolor se transforma muy rápido en impotencia al saber que las autoridades parecen tan extrañas a lo que vive la sociedad.

Y estos jóvenes son víctimas de otros (en muchos casos de la misma edad), que eligen el camino fácil, el de ganar unos cuantos pesos sin medir las consecuencias de sus actos. En el caso de estos personajes, no solamente hay que exigirle al gobierno su persecución, captura y castigo, sino a las familias, a los padres, que desde niños les inculquen valores para evitar que con cualquier invitación para ganar dinero fácil, caigan en las redes de la delincuencia. Es decir, por una parte es cierto que se necesita la creación de empleos para cubrir esa necesidad, pero también es urgente que se recupere el rigor que solamente puede venir desde el seno familiar.

El reclamo de la sociedad es ya un grito desesperado por encontrar respuesta a la inseguridad. Y no pagarán estas muestras porque no se ve cuándo se terminen los delitos, lo cual es una lástima. En la CDMX han aumentado los homicidios dolosos hasta en un 20 por ciento.

Nuestra obligación no solamente es garantizarles educación y salud, sino también seguridad, para que se desarrollen tranquilos y trabajen para mantener este país de pie. Pero si no tienen la confianza de salir a la escuela o simplemente a divertirse, corremos un gran peligro.

Luego está el tema de la corrupción y el peor de todos, de la falta de capacitación e instrucción en la aplicación de protocolos para el seguimiento de los casos en investigaciones. En este punto, la obligación de las autoridades es mucho mayor, es necesario que después de estos terribles hechos, se atienda de manera correcta a los deudos, quienes se convierten en las otras víctimas ante la incertidumbre de no saber lo que realmente pasó y, sobre todo, si al final de cuentas habrá algún culpable.

Este comentario viene a la par de los casi once años del asesinato de mi pequeña. Me indigna mucho que las autoridades de los dos sexenios pasados y las de este no tengan un plan para evitar todo esto. Los mexicanos no podemos seguir en las garras de la delincuencia y hacerlo rápido. Me duele mucho cada que escucho casos como estos ya que me hacen recordar lo terrible de esa situación. Y si es necesario tener apoyo de otros lados del mundo que han trabajado mejor en contra de la delincuencia, que lo hagan, pero basta de ser blandengues.

Estoy seguro que en este país somos más los buenos que los criminales que han hecho sufrir a miles de familias. Estoy seguro de que hay más muchachos estudiando en busca de tener un mejor futuro y hacer que este país avance desde lo que les toque hacer, pero insisto: nuestros jóvenes no merecen este México.


Profesor

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