Desde el 3 de enero en punto de las 6:00 horas arrancó la labor de un pequeño ejército de 15 personas que sin parar en la cocina de la pastelería El Camino, elaboraron un pedido especial para preparar 250 de los 2 mil 500 tramos que formarán la Megarrosca de Reyes, que desde hace 18 años se parte en la plancha del Zócalo capitalino.

Julián Fernández, dueño y administrador de El Camino contó a EL UNIVERSAL que en 1999, cuando en el corazón del Centro Histórico comenzó la tradición de partir una rosca monumental y que se conoció como la “Rosca del milenio”, la panadería a su cargo participó en lo que consideran “una gran misión” y desde entonces no han dejado de colaborar con el gobierno de la Ciudad de México.

Este 2017, el tradicional pan medirá más de mil 500 metros, dará dos vueltas a las explanada del Zócalo, y alcanzará para aproximadamente 250 mil capitalinos, detalló en entrevista Claudia Isabel Ramos Flores, directora de la Cámara Nacional de la Industria Panificadora y Similares (Canainpa).

Fernández explicó que en la elaboración participan más de 2 mil personas y el peso total de la tradicional megarrosca será de 9 toneladas con 375 kilogramos.

Esa pastelería es una de los miles de socios que tiene la Canainpa que contribuye en la elaboración de este pan especial.

El administrador del local dijo cuáles son los ingredientes que se usan en la Rosca de Reyes y afirmó que el toque mágico de aquellas que se venden en su panadería radica en que ellos se encargan de producir las esencias que lleva el pan.

“Es un bizcocho fino que se elabora con harina, huevo, mantequilla, naranja, frutas secas, ate, higo, cerezas, y esencias que nosotros mandamos a hacer que le dan el toque mágico, además trae a los niñitos Jesús para que al que le salga ponga los tamales y el atole el 2 de febrero”, afirmó Julián.

Resaltó que para él y todos los que laboran en la pastelería es un honor ser protagonistas de este evento y de esa manera ayudar a que en las nuevas generaciones se fomenten las tradiciones mexicanas.

“Todos estamos aquí emocionados, nos gusta que el sabor del pan sea nuestro distintivo y no hay que olvidar nuestras tradiciones, porque la Rosca de Reyes es una de las más arraigadas en el país y nuestros niños la tienen que conocer y hacer suya”.

Agregó que hacer este pan “tiene su chiste”, porque es un producto muy tardado, “hay que dejar reposar las masas, formarlas, dejar que reposen de nuevo para que fermenten y después se hornean y salen listas para comerse”.

Los 57 años que tiene de vida la panadería le ha dado la experiencia para elaborar pedidos de tal magnitud sin perder la calma y preparado con la misma calidad de siempre, aseguró con orgullo el dueño.

Julián pidió a la población que compren la Rosca de Reyes en pastelerías y panaderías artesanales, porque “los productos que hacemos son más sabrosos y se preparan con ingredientes frescos y amor”.

José Félix tiene 8 años como encargado de la pastelería y recuerda que desde que llegó, los 12 o 15 empleados que elaboran las roscas de reyes se preparan con antelación para aguantar la carga de trabajo, puesto que no sólo deben hacer los tramos para la megarrosca, sino que cada día sacan entre mil y mil 200 roscas para la venta de la panificadora y de sus cuatro sucursales que tienen en la ciudad.

El encargado precisó que los trabajadores pasaron día y noche en la cocina, hicieron la masa, dieron forma a las roscas, decoraron con pasta, higo, acitrón, ate y azúcar glas, para después introducirlas en el horno y luego de 40 minutos sacarlas, enfriarlas y empaquetarlas en cajas. “De ahí directo al mostrador o a repartirlas”.

Expuso que para los trabajadores es más fácil quedarse en la panificadora que regresar a sus hogares que se encuentran desde Iztapalapa hasta Cuautepec.

“Mejor que se queden, porque su jornada termina a eso de la una de la mañana, y al otro día tienen que estar aquí a las 6:00 horas para empezar a trabajar, si se van a su casa, además del riesgo y del gasto en pasaje, duermen poco. A todos se les hace más fácil dormir un ratito aquí en la panadería”.

Antes del 5 de enero, la pastelería que se encuentra frente al Teatro Blanquita vende entre 40 y 70 roscas diarias, pero “mañana serán muchas más, además este año organizamos una rifa, cuando alguien compra una rosca se le da un boleto para que ganen juguetes, y todos los boletos tienen premio”, dijo.

Para este panadero, participar en el evento de la megarosca es un orgullo, porque no solamente dan a conocer su trabajo, sino que ayudan a que persista una tradición: “Es bonito, porque no debemos perder las costumbres, las familias conviven de manera sana y para nosotros es un gran motivo, porque si prueban nuestros productos en el Zócalo, nos conocen y se hacen clientes”.

Elizabeth Hernández es una de las 15 empleadas que elaboran las roscas. En compañía de su hermana mayor y de su sobrina viaja alrededor de dos horas para llegar a su empleo, pero cuando entra a la cocina sólo tiene un objetivo: “Apoyar en esta mágica tradición”.

Al momento de la entrevista, ella decora las roscas que llegan a sus manos. Les coloca la pasta: “Es lo que parece una concha y que le da un sabor rico al pan”, aunque voltea, no deja de hacer su trabajo, no hay errores, sabe los puntos exactos en los que debe usar su manga pastelera.

A un lado de ella, Jorge agradece a todos los que compran en ese lugar y menciona que para él, ser panadero significa mucho “porque es un oficio muy bonito”.

Todos en la cocina de tienen una tarea asignada, trabajaron a marchas forzadas para que hoy, empleados del gobierno capitalino lleven los 250 tramos de “su granito de arena” en esta tradición de la Megarrosca de Reyes.

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