Si México fuera capaz de elevar el desempeño de sus estudiantes de 15 años a cuando menos al nivel 2 en la prueba PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Internacional (OCDE), el país podría triplicar su crecimiento, reflexionó el investigador Andreas Schleicher, creador del examen.

Lograr que los adolescentes mexicanos tuvieran al nivel más básico de competencias implicaría llegar a un Producto Interno Bruto (PIB) equivalente a 143 mil millones de pesos; mientras que integrar a todos los adolescentes a la educación media superior podría elevar la generación de riqueza hasta los 263 mil 200 millones de pesos anuales.

No estoy hablando de que México alcance los niveles de Finlandia o Japón, sino que México tuviera éxito únicamente en asegurar que cada estudiante de 15 años alcanzara por lo menos el nivel más básico de competencias”, dijo en conferencia de prensa.

Eso agregaría un valor a su economía que crecería a tres veces el tamaño de la economía actual. Si no únicamente hiciera esto, sino que además pudiera integrar a todos los muchachos de 15 años al sistema educativo, estamos hablando de que la economía podría crecer cinco veces el tamaño de su economía actual”.

En este sentido, explicó que una de las pruebas de que el sistema educativo mexicano no está logrando estos objetivos, es que los jóvenes pasan mucho tiempo estudiando en la escuela y después haciendo tareas en casa, sin que esto tenga repercusiones en sus niveles de aprovechamiento escolar.

México, señaló, es muy bueno para reproducir el significado de conceptos científicos, cuando se les pregunta sobre biología, química y física pero no son capaces de pensar como científicos: diseñar un experimento, establecer la diferencia que existe entre una hipótesis y un hecho.

“Esta es la parte más importante de la ciencia, porque en estos tiempos el conocimiento científico cambia con rapidez, de manera exponencial; sin embargo, los principios mismos de la ciencia: pensar como científico, matemático o historiador, son atributos importantísimos”, mencionó.

En este sentido, los estudiantes mexicanos consideran que el éxito en las matemáticas y en las ciencias duras está relacionado con su inteligencia o su capacidad, no con el estudio por lo que tienden a rendirse y a elegir carreras que no estén relacionadas con estas materias.

Al contrario, los jóvenes asiáticos de países como China, Singapur, Vietnam y Japón atribuyen sus buenas calificaciones al trabajo arduo y su esfuerzo personal. Este es uno de los factores que influyó para que en PISA 2015, los mexicanos tuvieran tan bajos logros académicos y los asiáticos ocuparan los primeros lugares de desempeño en la prueba.

“Les preguntamos a los estudiantes qué creen que los hace exitosos en matemáticas.

Para los mexicanos es clarísimo: el talento, si no nacieron como ‘genios’ mejor estudiar algo que no tenga que ver con matemáticas.

Si le hacen la misma pregunta a un estudiante de Singapur o de China, nueve de cada diez les van a contestar que si estudian muy duro y confían en  su maestro, tendrán buenas calificaciones. México piensa que la fuente del éxito está fuera de su control, en

China los estudiantes creen que pueden ser exitosos independientemente si vienen de los hogares más pobres”, señaló.

Este pensamiento está arraigado en los sistemas educativos puesto que los países asiáticos no tienen tolerancia al fracaso escolar, y de ellos se esperan buenos resultados independientemente de sus resultados; cuando alguien tiene malas calificaciones, el sistema educativo duplica sus esfuerzos, “los estudiantes lo han internalizado ya”, mencionó.

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