Señor licenciado Enrique Peña Nieto, presidente de los Estados Unidos Mexicanos; señor Pierre Manigault, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa; señores y señoras invitados especiales; estimados colegas integrantes de la SIP, que nos visitan de todo el continente; damas y caballeros; amigos todos:

Representa un honor para mí dirigirme a ustedes esta mañana y darles la bienvenida formal a la 72 Asamblea de nuestra sociedad, sin duda el organismo gremial más importante de las Américas, con más de mil 200 asociados desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, un actor fundamental que durante décadas ha luchado por las libertades y la democracia en la región.

Es un orgullo encabezar por segunda vez en 10 años, el comité anfitrión que reúne a medios mexicanos y que ha laborado muy fuerte para organizar este encuentro de la industria periodística continental.

Me resulta especialmente satisfactorio agradecer en nombre de la SIP la presencia del señor presidente Enrique Peña Nieto y de algunos de sus colaboradores y saludar la brillante gestión que ha tenido durante el último año Pierre Manigault, amigo de todos nosotros y quien junto con el equipo que coordina Ricardo Trotti, apoyó decididamente los trabajos para esta reunión.

Abrigamos hacia todos y cada uno de ustedes un sincero aprecio por permitir que este evento acompañe la celebración del primer centenario del periódico EL UNIVERSAL, que me honro en presidir. Fundado en 1916 por don Félix Fulgencio Palavicini, diputado constituyente, hombre comprometido con la educación pública y la difusión de la cultura, periodista; considerado uno de los grandes generadores de opinión del México de principios del siglo XX.

Este país ha sido sede, en múltiples ocasiones, de reuniones de la SIP, y en cada oportunidad la prensa hemisférica ha encontrado aquí una nación vibrante y hospitalaria.

En 1994, se firmó en la Ciudad de México la declaración de Chapultepec, que representa nuestro documento rector y uno de los más sólidos que existan en el mundo en favor de la libertdad de prensa y expresión, firmada por más de 60 jefes de estado del continente y que señala: “Sin libertad no puede haber verdadero orden, estabilidad y justicia. Y sin libertad de expresión no puede haber libertad”.

En esta oportunidad llegan ustedes a una nación que busca en forma intensa las herramientas para encarar sus mayores desafíos, entre los que destaca el drama de la marginación y la pobreza, que lacera a la gran mayoría de nuestras naciones en América Latina.

La desigualdad social alimenta expresiones como la violencia y el crimen organizado, que a la vez tienen un origen global. Ahora ya sabemos que ningún país puede resolver por sí mismo el narcotráfico, por ejemplo, sin que la venta y el consumo de drogas, y el flujo de armas que los respalda, sean entendidos como un todo.

Uno de los efectos más lamentables de la violencia son los ataques contra el periodismo independiente, que se ubica como un blanco específico de las mafias. Sólo por lo que toca a México, el número de periodistas asesinados desde el año 2000 es ya de 115, a los que se suman 20 desaparecidos, y casi 50 atentados contra medios en la última década. Se trata de un fenómeno denominado por la impunidad, la cual lanza un mensaje de complicidad con los victimarios y desdén hacia la víctimas.

En los 10 años que han separado las dos últimas asambleas generales celebradas en México, este país ha tenido cambios sustanciales en muchos órdenes, pero quizá el más importante de ellos es que los mexicanos hemos comprendido que la complejidad de nuestros principales problemas sólo puede ser enfrentado en democracia

Ello supone contar con gobiernos electos que rinden cuentas, y ciudadanos que asuman su lugar en una tarea que debe ser colectiva, persistente y eficaz. Aislando la corrupción pública y privada, en una atmósfera de tolerancia política, transparencia y una pluralidad de voces capaces de construir consensos. Los Medios de comunicación somos un espacio para los acuerdos.

La libertad de expresión es uno de los pilares de la democracia, aquí y en todos nuestros países. Una sociedad informada y plural siempre busca alternativas de solución a sus problemas. Nuestros trabajo, el periodismo, no es ajeno a las alternativas para mejorar las condiciones políticas, económicas y sociales de nuestros países.

En muchos de nuestros países, la democracia está en desarrollo y en otras más no es un proceso consolidado. Hace falta mucho camino por recorrer para mejorar nuestras instituciones, nuestras sociedades, nuestros valores.

Vivir en democracia no resuelve los rezagos, pero ayuda a consolidar el estado de derecho y los equilibrios necesarios para combatirlos.

Como ocurre en el resto de América Latina, en México sabemos que la solución no puede estar radicada en el autoritarismo ni los caciques, herencia del pasado, pero tampoco en los caudillos, de derecha o izquierda, que ofrecen salidas fáciles. Cualquiera que sea su expresión ideológica, con voceros que se apelliden Chávez, Maduro, Castro o Trump, la demagogia sólo nos pone en riesgo de mayor atraso y amenaza con hundirnos en más graves sufrimientos.

Nuestro invitado principal hoy, el presidente Peña Nieto, cumplirá cuatro años de su sexenio en diciembre próximo.

En este lapso su gobierno ha alcanzado logros importantes, entre ellos, el haber concretado el llamado Pacto por México con las principales fuerzas políticas representadas en el Congreso, que al alcanzaron un consenso histórico para emprender un amplio cuerpo de reformas legales y estructurales, como la energética, la educativa, de telecomunicaciones o contra la corrupción, esperadas durante décadas e indispensables para construir el país que necesitamos los mexicanos.

Pero el actual gobierno también ha encarado graves casos de corrupción pública y de violencia, como la desaparición de 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en 2014, en la que se vieron involucrados alcaldes, policías locales y estatales.

Con un costo político personal, para su gobierno y su partido, el presidente Peña Nieto exhibe la convicción de que conduce un país democrático, con ciudadanos críticos, que exigen cuentas claras, celosos de sus libertades, a los que respeta y ante quienes no ha dudado incluso en pedir perdón en casos específicos. Es por ello, que lo consideramos, un mandatario para nuestro tiempo.

Amigas y amigos:

Los medios de comunicación deben ser instrumentos para la construcción, no para la destrucción. No son momentos de confrontación. Mucho daño haríamos a nuestros países, a nuestras instituciones, a nuestras sociedades, si nos dedicamos a fomentar el encono y la división. Son tiempos difíciles. Debemos actuar con la sensatez y el sentido de responsabilidad que demandan las circunstancias, es la oportunidad para transformar, renovar y construir el futuro.

Sean nuevamente bienvenidos a México. Su presencia y su confianza nos honran a sus colegas mexicanos.

¡Larga vida a la SIP!

Muchas gracias.

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