¿José Revueltas tenía predilección por las cárceles o las prisiones iban a él?

El escritor también fue recluido, marcado con el número 1374, desde muy joven en el penal de las Islas Marías.

Él estuvo en la Isla Madre por comunista, decían. Por sus ideas, reclamaba el escritor, quien se las ingeniaba para hacerse llegar libros. Su propia evasión era la lectura.

Las Islas Marías son la cárcel más cara en México: sus 274.2 kilómetros cuadrados están valuados en 9 mil 661 millones de pesos, según los datos de la Secretaría de Gobernación. No están a la venta, pero para sus registros contables el gobierno les asigna un precio.

En su obra Los muros de agua, Revueltas recrea la vida en Islas Marías. Describe a un grupo de comunistas que son llevados ahí por auspiciar manifestaciones en contra del gobierno. Hoy su población es de mil 156 reos, 250 funcionarios y 450 familiares de presos.

El artículo tercero del estatuto vigente de esa cárcel dice: “Puede el Ejecutivo Federal permitir que en las Islas Marías residan elementos no sentenciados o familiares de los reos, cuando sea conveniente para los servicios públicos o el desarrollo de las riquezas naturales, siempre que se sujeten estrictamente a los reglamentos que se les impongan”.

En realidad es un pueblo. Tiene su propio juez, ministerio público, granjas de criadero de aves de corral. Los niños juegan, pero están encerrados en muros de agua.

Lo que hermana a Islas Marías con Lecumberri es que ambos están vinculados con el general Porfirio Díaz, quien a las 10 horas del 8 de julio de 1905 —según los documentos oficiales— compró el archipiélago en 150 mil pesos. A la vista fue un gran negocio, a juzgar por el valor actual que le da el gobierno. Pero fue otro general, Lázaro Cárdenas del Río, quien durante su gobierno decretó a Islas Marías como cárcel, en diciembre de 1939, con la peculiaridad de que los presos podían llevar a vivir ahí a sus familias.

La revista México desconocido, especializada en descubrir los tesoros naturales del país, realizó una crónica en la que el periodista señaló que las Islas Marías son un penal, pero también un paraíso natural poco explorado en el que descansan aves migratorias. “El camino al Zacatal sale de Rehilete hacia las montañas. Es muy hermoso y conforme uno va ascendiendo, la vegetación cambia y el clima se vuelve más fresco. Cardenales y pericos vuelan sobre nosotros...”.

Sergio García Ramírez, con trayectoria académica en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y como procurador de Justicia tanto en la capital del país como en la General de la República, recuerda que la idea de convertir a reclusos en “colonos” viene desde el siglo XIX.

“Las ‘cuerdas’ han sido un tema central en la vida en la colonia. Por ellas, fuente inagotable de colonos, se conserva esa vida. Un buen número de fotografías detallan aquella faceta del cautiverio a partir de que se organizan los traslados en el continente, hasta la hora en que los trasladados desembarcan en el muelle, se les forma, se les revisa, se les asigna el dormitorio y a la faena”, describe García Ramírez en su escrito La colonia penal de Islas marías: vida y milagros.

Ahí mismo, García Ramírez recuerda a habitantes famosos como el padre Trampas, Pancho Pistolas y el propio José Revueltas, a quien la prisión lo inspiraba.

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