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El camino ha sido más sinuoso y más desafiante para Leonardo Rodríguez, contador público de 46 años, y para Juan Francisco Torres, informático de 42 años. Pareja desde hace una década y casados por lo civil desde hace tres. En 2012 decidieron ser padres a través de un óvulo donante de una mujer anónima, la inseminación con sus espermas y un vientre subrogado de la sobrina de uno de ellos, quien decidió ayudarlos a ser padres.

Se acercaron a la Clínica Pronanhi “que se encargó de darnos la orientación para llevar a cabo este procedimiento que decidimos llevar en México, puesto que en Estados Unidos resultaba muy costoso”, explica Leonardo.

“Un día mientras iba en el Metro, vi una propaganda de fertilidad asistida y llamé. Expliqué que éramos dos hombres y no tuvieron problema. Gabriela, la terapeuta y sicóloga de todo el proyecto fue quien nos explicó que el método existía, que el sueño era posible”, recuerda.

Después de nueve meses de gestación nacieron dos gemelos: Leonardo Franze y Staycy Eillem, quienes están por cumplir dos años de edad el próximo 22 de junio.

“Sólo esperamos que Dios nos dé vida para verlos crecer. La mamá sustituta era mamá previamente, tiene dos hijos y ahora se acaba de embarazar de nuevo y tuvo a un niño. El trabajo sicológico para ella, para su esposo, para nosotros fue integral y total”, comentan.

“El problema en nuestro caso es que nuestros hijos no están reconocidos ante el Registro Civil de la Ciudad de México; esta instancia se dice rebasada ante nuestro caso, puesto que no pueden registrarlos como hijos de dos padres varones; resulta que no hay legislación para que dos papás registren a sus bebés con sus dos apellidos”, explican.

En el Registro Civil “nos han dicho que no pueden registrar a nuestros hijos porque no hay legislación para nuestro caso. Es por esta razón que iniciamos un juicio de amparo, el cual está por resolverse”.

El caso de Juan Francisco y Leonardo fue atraído por la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México con el objeto de buscar otras alternativas u opciones jurídicas de registro: “Por ejemplo, que uno de nosotros lo registre en Tabasco y otro de nosotros lo adopte en la Ciudad de México; no accedimos puesto que ambos somos padres biológicos y no adoptivos”, detalla la pareja.

“Nos hemos enfrentado a un problema de incompetencia ante nuestro caso como dos padres de dos niños que son nuestros biológicamente, de hecho nos casamos por esta razón; espero que nuestro caso se defina con el amparo que promovimos”, detalla Leonardo.

“Estamos bajo el legítimo derecho de registrar a nuestros hijos; se incurriría en discriminación si continúa sin ser posible; nuestros hijos no pueden estar sin registro; además el gobierno, en el tiempo que ellos nacieron, promovió una campaña para que ningún niño careciera de un registro”.

Leonardo añade: “Lo contradictorio de todo esto es que dos mujeres sí pueden dar sus apellidos a sus hijos; en nuestro caso porque no tenemos vientre, pero contamos con el procedimiento legal bajo el cual se logró el embarazo con una mujer que renunció a todo derecho sobre nuestros hijos... nos hicieron inclusive pruebas de ADN, pero por ahora nuestros hijos no tienen derecho a seguro social, a pesar de que ambos trabajamos.

“Hemos tenido que acudir a hospitales particulares porque al final no podemos acudir al sector salud porque no tenemos actas de nacimiento. Hemos respondido perfectamente a las necesidades de nuestros hijos, nuestra conexión y entrega hacia ellos es total; nos han abierto un mundo emocional que desconocíamos. Todo ha sido natural, cambiarles el pañal, los quehaceres de casa, darles una mamila, hacerles la papilla, lavarles su ropa, asearlos, vestirlos, llevarlos al parque; yo no tengo que ser mujer ni desarrollarme como tal para responder a las necesidades de nuestros hijos. Hemos evolucionado en ese proceso junto a ellos, y no hay nada de diferente respecto a una pareja heterosexual”, asegura Leonardo.

“Ahora la Iglesia nos discrimina, nos hace a un lado porque piensa que somos pecado y están equivocados; rechazo totalmente el punto de vista de la Iglesia, somos una familia feliz de tener a nuestros hijos”, dicen Juan Francisco y Leonardo, el primer caso de padres varones en la Ciudad de México que se enfrentan a este proceso legal para el registro de sus hijos.

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