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Erin Dayan abraza a su bebé de cinco meses, lo mira, juega con él y le da un beso. Cualquiera que no la conoce pensaría que son hermanos. Ella tenía 14 años, cursaba el segundo año de secundaria cuando conoció a un chico dos años mayor que ella del que se enamoró y sin planearlo o desearlo, quedó embarazada.

El 20 de septiembre de 2015 ella cumplió 15 años, pero a diferencia de otras adolescentes, no tuvo fiesta de cumpleaños porque se encontraba con siete meses de embarazo. Liam nació el 21 de noviembre de ese año en el Instituto Nacional de Perinatología (INPer) de la Secretaría de Salud, era la primera vez que Erin ingresaba a un hospital.

“Me daba miedo, pero yo sabía que tarde o temprano esto iba a suceder”, dice la adolescente, quien asegura que después de ser mamá muchas cosas han cambiado en ella, y no sólo la parte física, sino también la emocional.

Erin, quien se muestra nerviosa por la presencia de su papá, responde que sí conocía de los métodos anticonceptivos, pero piensa que quedó embarazada “porque esa protección [condón] falló con nosotros”.

Recuerda que su preocupación surgió cuando dos meses seguidos no hubo mestruación. “Se me hizo raro porque siempre he sido muy puntual, lo primero que pensé es que estaba embarazada y después qué le diría a mis papás”.

A una de mis amigas le dije que creía que estaba embarazada, ello me dijo que lo abortara, pero yo le respondí que no sabía. Después platiqué con mi pareja, con quien sólo duré siete meses de noviazgo, y fue hasta el tercer mes de embarazo que decidimos avisarles a mis papás. En mi embarazo “yo sentía mucha felicidad y más cuando el bebé se movía dentro de mi vientre y sólo pensaba que lo quería ver, quería saber cómo sería, quería tocarlo, La verdad, no me puse a pensar qué iba a pasar con mi vida, pero ahora teniéndolo, me pongo a pensar, ¡qué hice!”.

Erin está acompañada por su papá y por sus dos hermanos Joshua, de 14 años y Naomi, de 10 años. Su mamá no estuvo porque trabajó.

La voz se le quiebra y a punto de llorar Erin recuerda el nacimiento de Liam. “Escuché su primer grito, lloré de felicidad, pero a la vez sentí feo, porque sólo me lo dejaron ver muy rápido, porque de inmediato se lo llevaron, me dijeron que estaba malito de la respiración y su corazón se le podía detener”.

En el momento que me lo dieron para tocarlo, fue algo muy bonito, como que sientes que conociste a alguien que en verdad amas y que nunca lo dejarás solo”.

La joven cuenta que decidió tenerlo, porque no quise abortarlo y tomé más valor cuando mis papás me dijeron que me apoyarían en cualquier decisión”, señala.

Nunca me imaginé que iba a tener un bebé a los 15 años, no sabía qué carrera quería estudiar cuando fuera grande, pero lo único que sí sabía, es que quería continuar estudiando, quería ir a la preparatoria y a la universidad. Mis papás fueron muy comprensivos conmigo y mis hermanos más. Mi pareja no quiso seguir conmigo, se deslindó de todo. Y creo que fue lo mejor, porque si hubiera estado con él, no hubiera seguido con mis estudios y con mi vida, dice la joven.

Por pena a que me vieran embarazada dejé la escuela, mis amigas me decían que no me fuera, pero yo decidí no ir a clases, además que los médicos me recomendaron cuidarme.

Había visto antes a dos de sus compañeras que dejaron la escuela por estar embarazadas, a mí nunca me pasó por la mente que fuera a hacer lo mismo por estar embarazada.

Cuando era niña le gustaba jugar con sus muñecas, a las escondidas o a las atrapadas con sus primos. También hacía construcciones con cubos, muchos de los que conserva en su cuarto, lo mismo que muñecos de peluche con los que jugaba y que ahora los comparte con su hijo. “Al principio, cuando llegó Liam a la casa, no sentía ningún cambio, porque comía y se dormía, y entonces podía hacer mis cosas, lo veía como uno de mis muñecos a quien le metes la mamila y ya”.

Conforme pasa el tiempo es más difícil porque él está más horas despierto, siempre quiere jugar y hay que cuidarlo para que no se vaya a caer de la cama. “Ya no puedo hacer mis cosas, por estar cuidándolo, por ejemplo, estudiar para el examen de la preparatoria, porque todo el tiempo quiere que lo esté cargando, quiere comer o que juegue con él. No es como mis muñecos que les quito la pila y ahí se quedan, ahora si no juego con él, se suelta a llorar, es mucho el cambio”. En vísperas de celebrarse el Día de la Madre, Erin Dayan no duda que Liam es su mejor regalo. “Tengo 15 años y desde hace cinco meses soy mamá”.

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