Estuve dos veces en México. Una vez en el año 70’ por una reunión de jesuitas. La segunda vez cuando el Papa San Juan Pablo II firmó y entregó la Exhortación postsinodal Ecclesia in America - que no recuerdo bien qué año era, por el 98’ habrá sido, calculo-.

Las dos veces fui a visitarla, a la Señora, a la Madre, a la Madre del Dios por quien se vive. La primera vez, en la vieja Villa. La segunda vez, en la actual Basílica, en el actual templo.

¿Qué siento por ella? Seguridad, ternura. Cuántas veces estoy con miedo de algún problema o que ha sucedido algo feo y uno no sabe como reaccionar, y le rezo, me gusta repetirme a mí mismo: “No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?”. Son palabras de Ella: “No tengas miedo”.

Es lo que más me dice Ella. Otra advocación de la Virgen quizás me inspire otra cosa, pero cada vez que me pongo delante de su imagen y la miro allí, con esos ojos, haciendo esa síntesis cultural de ese Nuevo Mundo que está naciendo, esperando al Niño: “No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?”. Y no espero tanto el milagro de las flores.

Siento eso, que es Madre, que cuida, que protege, que lleva adelante un pueblo, que lleva adelante una familia, que da calor de hogar, que acaricia con ternura y que te quita el miedo: “No tengas miedo Juancito”.

Eso es lo que yo siento delante de la imagen. Una de las dos veces que fui, me querían explicar la imagen y preferí que no, quedarme en silencio mirando. Dice mucho, es una imagen “decidora”, la imagen de una Madre que cobija, que cuida, que está metida en su pueblo, con la tez de su pueblo. Eso es lo que siento delante de Ella.

Cuando vine a Roma en el 2013, estaba empezando a construir en Buenos Aires la parroquia San Juan Diego, la cual nombré en Buenos Aires, patrona de los floristas. San Juan Diego me dice mucho a mí, en su relación con la Virgen. Hombre bueno, pero se tuvo que meter en todo ese mundo de convencer al obispo, y de esto… y sentir la humillación de que no le creían: “No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?”. Y él confió.

Milagro de las flores, si es posible porque la Madre es la gran flor de México. Lo que pediría es – pero como un favor, a ustedes- que esta vez, que va a ser la tercera que piso suelo mexicano, me dejen un ratito sólo delante de la imagen. Es el favor les pido. ¿Me lo van a hacer?.

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