Su primer encuentro ocurrió en 1983. Jorge Bergoglio no era Papa y Hernan Paredes iniciaba su vida religiosa. Bergoglio regresaba de Roma de una congregación general; Paredes era novicio de los jesuitas en su natal Ecuador, donde se conocieron y recibió la invitación, junto con seis jóvenes, de estudiar en el país del Papa.

En marzo de 1985, a la llegada de Paredes a Argentina se dio el segundo encuentro e inició su amistad, ahora, de 30 años.

El padre Hernan conserva intacta la instantánea de su arribo al Colegio Máximo de San Miguel , un barrio pobre de Buenos Aires, donde Bergoglio era rector. Eran las 10 de la noche y estaban terminando de rezar el rosario caminando, como se acostumbraba, Hernan miró al padre Bergoglio acercarse a los recién llegados. ¿Tienen hambre?, les preguntó y ante el sí de los jóvenes los llevó a la cocina donde pidió les prepararan un par de huevos fritos.

Desde entonces, los domingos, Bergoglio les cocinaba asadito y sopa de capeletti; era frecuente que lo vieran con delantal para lavar los trastes. “Sabía de cocina y lo hacía con amor para los que vivíamos con él, sus hijos espirituales. Jugábamos dominó y reíamos”, dice Paredes en entrevista con EL UNIVERSAL.

Los años más bonitos de la vida religiosa del padre Hernan fueron en el colegio con el Papa Francisco, porque fue una época de pobreza y de mucha doctrina espiritual. Incluso compartieron la tarta de cumpleaños, pues los dos son de diciembre: 22 y 17, respectivamente.

“Él no quiere que hagan algo especial por él. No quiso ir a los grandes palacios pontificios. Así era cuando estaba en Argentina, no quería privilegios ni que nosotros, que fuimos formados por él, los buscáramos”.

El último año en que Bergoglio fue rector veía una hora a la semana a los más de 70 jóvenes que estaban bajo su tutela, y aunque no les daba clases se convirtió en su director espiritual. Hernan recuerda el título de la charla anual que le dio a su generación: “Las ganas de ser bueno”.

Habemus Papam

El padre Hernan Paredes da clases en el Loyola School, un colegio de jesuitas en Nueva York, y el día del anuncio del nuevo Papa, se encontraba en un musical de Broadway. En el intermedio se enteró de la noticia. Paredes soltó el llanto y enseguida gritó en español por toda la sala: ¡El Papa es mi amigo! Tres días después, escribió una carta sobre el Papa, la publicó en Facebook y Bergoglio le agradeció sus palabras en un mail. Desde entonces, mantienen contacto por ese medio y se han visto tres ocasiones.

El padre Hernan busca seguir las enseñanzas del Papa, a quien asegura le gusta que los jesuitas no dejen de trabajar: “Siempre nos miraba los zapatos para saber si trabajamos. En eso me considero digno hijo de Bergoglio; sigo caminando, sigo con los zapatos sucios”

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