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Dos cálices, un mosaico de Cristo Rey y una medalla, que sólo poseen personalidades importantes como el ex presidente Felipe Calderón, son los obsequios que, el ahora papa emérito, Benedicto XVI dejó en esa entidad en agradecimiento a la hospitalidad que la ciudad de León, Guanajuato le brindó en su visita de 2012.

De León a España

Enraizado en una de las zonas con mayor poder adquisitivo de León se encuentra el Colegio Miraflores, morada del Papa Benedicto en su única visita a México. A la entrada de la casa de las religiosas adjunta a la escuela está una placa que recuerda la estancia del pontífice.

Al entrar al inmueble, pulcro de esquina a esquina, se respira tranquilidad, el sonido de los pájaros y el viento es lo único que se escucha. Del lado derecho está una habitación con cortinas marrones y alfombra blanca que se ha convertido en el pequeño museo dedicado al Sumo pontífice.

Por el cobijo recibido, Benedicto decidió obsequiar a la escuela un cáliz, mismo que se encuentra en el Museo de la Madre Trinidad Carreras Hitos fundadora del Colegio Miraflores, en Madrid, España, señala Sor Rocío García, directora del colegio, pues al tratarse de un objeto valioso, no por el costo sino por quien fue entregado, se decidió que estuviera en un lugar igual de significativo para la escuela.

Una de las anécdotas que más recuerda la religiosa es la que sucedió en el patio. “Varias veces lo vi rezándole a la Virgen, era muy guadalupano”, agrega con su acento español inundado de felicidad, al tiempo que recorre el lugar y señala la figura de talavera de la Virgen de Guadalupe que se encuentra en una de las esquinas.

A pesar del itinerario tan apretado, Benedicto desayunaba, comía y cenaba en la escuela. “El menú consistía en alimentos bajos en grasa y con pocos condimentos. También probó los chilaquiles pero sin chile, le gustaron mucho”, cuenta Sor Rocío, de cuerpo pequeño que encabeza la Congregación Esclavas de la Santísima Eucaristía de la Madre de Dios.

“No se defendía hablando español pero sí lo entendía. Las palabras que decía eran hola, buenos días y de dónde eres”, relata.

El regalo olvidado

A dos mil 600 metros sobre el nivel del mar, en el Cerro del Cubilete, en Silao, se encuentra el cuadro del Cristo Rey que fue elaborado en la fábrica de San Pedro, en el Vaticano, con pequeños mosaicos y un marco de madera dorado. Es el único de los regalos al que se puede acceder sin ninguna restricción; sin embargo está en el olvido.

Para llegar a la cima se necesita recorrer 13 kilómetros de camino empedrado en forma de serpiente. La temperatura baja mientras se asciende. Lleva aproximadamente 25 minutos en auto llegar a lo más alto del cerro. Dos kilómetros antes de llegar al recinto los puestos de antojitos mexicanos y café se hacen presentes.

El padre Leonardo Lona encargado del Santuario del Cristo Rey admite que “existe muy poca promoción del mosaico. Se necesita que más gente lo conozca, pues pocos saben que está aquí”.

Sin embargo, agrega que reciben la visita de dos millones y medio de personas al año, pero muy pocas de ellas son para conocer el mosaico, pues la mayoría asiste al lugar por la figura del Cristo Rey.

Víctimas de robo

En el corazón del centro histórico de León se encuentra la Catedral Basílica Metropolitana de la Madre Santísima de la Luz, iglesia de culto católico que alberga uno de los cálices que regaló Benedicto.

Beatriz López, encargada del pequeño Museo de Arte Sacro anexo a la Catedral que cuenta con dos salas ex clusivas para los objetos de Benedicto, comenta que el cáliz está resguardado, pues fueron víctimas de robo de arte sacro.

Los artículos hurtados fueron dos vinajeras, una charola de alpaca con filigrana, cinco palias, un evangeliario, elaborados por el maestro Jesús Guerrero

“Fue 13 de marzo de 2013, el mismo día que Francisco fue elegido Papa, por eso no se me olvida. Eran unos jovencitos de escuela. Amagaron a mi compañera y salieron como Pedro por su casa. Hasta ahora no han dado con ellos y no creo que los agarren. Tampoco se ha recuperado lo robado con un precio de tres mil pesos aproximadamente”, comenta Beatriz con resignación.

Explica que el primero año, tras la visita del Papa emérito, tuvieron muchos visitantes “incluso la gente nos decía 'huele a Papa todavía', ahora si bien nos va tenemos 20 personas al día. Y 60 a la semana. El costo por persona es de 15 pesos”.

En el museo, inaugurado por el Arzobispo Guadalupe Martín Rábago en marzo del 2013, se pueden observar los objetos, los reclinatorios y sillones que utilizó Bernedicto en su visita a la Catedral. Además, de las casullas (vestimenta) y el solideo (el gorro).

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