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Guadalajara, Jal.— Juan Villoro calificó el talento del caricaturista Rogelio Naranjo como el de un aguijón que se clava directo; Alejandro Magallanes lo definió como un Superman que con sus cartones hace una crítica feroz de la clase política.

Sin embargo, Naranjo los llamó exagerados, pues negó ser Superman, si acaso lo que hace, dijo, es “darme el gusto de estar vengando a muchos mexicanos; estoy haciendo dibujos de los políticos que se convierten en el hazmerreír de todo el pueblo mexicano”.

Cuando lo piensa con benevolencia, a Rogelio Naranjo se le ocurre que en su casa debería tener un altar con los retratos de todos los políticos, “prenderles veladoras para encomendarme con ellos todos los días”, expresó complacido con los comentarios del ilustrador Magallanes, y de Villoro, el autor con el que trabajó el libro Funerales preventivos (Almadía 2015), el texto que reúne crónicas y retratos en un mano a mano de los dos creadores.

Durante la presentación del volumen que fue realizado como un homenaje a Naranjo, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), el caricaturista aseguró que a lo largo de su vida creativa ha logrado conformar una “zoología de la política mexicana”, en la que ha plasmado los retratos de políticos que se han prestado de lo lindo por ser tan pillos, esos son los que más le gustan y a los que más tiene que agradecerles, pues por muchos años lo mantuvieron creando.

Citó el caso del líder sindical Fidel Velázquez, que le dio sustento por varios años; también a Carlos Salinas de Gortari, el presidente más atractivo porque era sumamente retratable y “salía rápido, era como un enanito, chistoso”; habló de otros a los que no le costaba trabajo dibujar, pero que eran grises, aburridos, sosos, allí nadie más como Ernesto Zedillo Ponce de León.

Entre las mujeres ni que decir de “Martita”, a la que dedicó muchos cartones y fueron tantos que cuando en Zamora, Michoacán, le pudieron sus dibujos para montar una exposición fueron tantos y tan buenos “modestia aparte”, que pidió cierta seguridad para evitar que los rayaran o destruyeran.

“A veces me sorprendo con el parecido que tienen los políticos con mis dibujos, voy haciendo rayas y se van pareciendo más y más, aunque debería escurrir la tinta sobre ellos. Van saliendo los dibujos y yo me siento un hombre muy feliz y afortunado de haber escogido una profesión, la de caricaturista, en la que yo puedo vengarme de muchas cosas. No dejo nada para después, antes de terminar un dibujo ya estoy empezando el del día siguiente”.

Su obra es enorme, tan sólo hace unos años donó cerca de 14 mil cartones a la UNAM y están depositados en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco; dice que ahí deben estar porque son de todos los mexicanos: “Sé que no todos son de la misma calidad; si algo tengo es que soy muy cumplido en cuanto a las entregas de mis dibujos y me esfuerzo porque cada día sean mejores”, afirmó el caricaturista que fue aplaudido y celebrado.

El caricaturista de EL UNIVERSAL reiteró que algunos políticos se prestan mucho, físicamente son muy atractivos y “parece que nacieron para que yo los dibujara. Algunos otros cuesta trabajo, pero con cierta disciplina acaban pareciéndose a ellos mismos”.

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