Al mismo tiempo que Meraly García intentaba ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) o al Instituto Politécnico Nacional (IPN), se convirtió en mamá.

En los últimos dos años intentó ingresar dos veces a la UNAM y al IPN, y en esta ocasión compitió en las tres escuelas, que sumaron otra decepción. En un principio deseaba ser médico o abogada, pero ante la pared con la que ha chocado estos años, ahora considera otra opción, como la enfermería “porque es una carrera más corta”.

Con 22 años de edad, la joven busca sus sueños entre las diferentes actividades que debe atender día a día, el cuidado de su hijo es la más importante, incluso en su lucha Meraly lleva consigo al pequeño de año y medio, además de apoyar en su casa y dedicarse a la repostería para vender y tener ingresos que le permitan sostener a su hijo, son otras que la mantienen activa.

Aunque su familia la apoya, ella busca poder forjar un futuro sola, siendo el estudio el pilar para lograrlo. Esperará este año para buscar un lugar entre las universidades de su interés y de no encontrarlo optará por estudiar una carrera corta para trabajar.

La historia de Diana Cecilia Mendoza, quien aplicó por sexta vez el examen de selección para la educación superior, no es diferente, pues también está dispuesta a seguir adelante para alcanzar sus sueños de entrar a una universidad pública y poder estudiar la carrera de Contaduría.

Aunque ella no es mamá, también se enfrenta a los desafíos que implica no tener un lugar en alguna universidad. Se niega a ser una nini y por ello en los ratos libres, cuando no se está manifestando para lograr modificar su situación educativa trabaja para apoyar en su hogar, donde hay carencias. La oportunidad de ingresar a una escuela privada es prácticamente nula, debido a que tiene un hermano que aún estudia, lo que implica un gasto más.

Diana cuenta que aplicará la prueba por séptima vez y las veces que sean necesarias con tal de ingresar a la UNAM, la UAM o el IPN.

La desesperación, frustración y decepción de haber estado tan cerca y no poder alcanzar su objetivo la desgastan; sin embargo, no pierde la entereza de seguir adelante.

En el primer examen que presentó, un acierto la alejó de ingresar a la UNAM. En la segunda ocasión, tres errores le costaron su estancia en la universidad, y de igual manera le ocurrió en las siguientes cuatro ocasiones, que dice no serán las últimas.

Diana vive en Santa Martha Acatitla, en Iztapalapa, y está dispuesta a levantarse a la hora que sea necesario con tal de tener un lugar en cualquiera de estas tres universidades. La joven de 21 años de edad se dice decepcionada pues considera que ella tiene las mismas capacidades e incluso más “ganas” de estudiar que muchos de los que están ocupando un lugar en las instituciones educacionales que a ella le interesan, por eso considera injusto el sistema de selección.

Aunque Diana y Meraly pasan por situaciones familiares diferentes, las une el deseo de continuar estudiando en la universidad que desean y la carrera que les apasiona; con la esperanza de que ello les asegure un futuro más próspero.

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