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De sus padres, María no sólo heredó los genes, también la desgracia de vivir en un anonimato forzado. Como ellos no tenían papeles oficiales, nunca pudieron sacar el acta de nacimiento de su hija. Así, María vivió su niñez como una indocumentada en su propio país. No estudió porque en la escuela no la aceptaron sin un papel que acreditara su identidad y hoy, a sus 19 años, no puede tramitar su credencial de elector, tener un trabajo formal ni registrar el nacimiento de sus hijos, condenándolos a repetir el mismo drama.
Saber exactamente cuántas personas viven como María es un cálculo complicado: como no aparecen en ninguna estadística o base de datos oficial, nada se sabe de ellos. Lo que sí existe son estimaciones sobre la magnitud del problema, la más reciente es proporcionada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
A finales de 2014, el instituto dio una cifra de 14 millones de mexicanos que no cuentan con un acta de nacimiento. Es como si casi todos los habitantes del Estado de México, la entidad más poblada del país, no existieran oficialmente.
Cerca de 4 millones son niños, de acuerdo con Karen Mercado, directora de Be Foundation, una organización dedicada a la promoción y defensa del derecho a la identidad y al registro gratuito de nacimientos en México.
Para este reportaje se realizó un ejercicio que da cuenta del tamaño del problema. Tomando como referencia a la generación que nació en el año 2003, el trabajo consistió en averiguar a qué edad se registró cada niño.
Los datos provienen de las estadísticas de natalidad del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) y están actualizados a 2013, lo que permitió seguir a la generación durante su primera década de vida.
Las cifras indican que en 2003 nacieron 2 millones 393 mil bebés, pero sólo 1 millón 951 mil fueron registrados antes de su primer cumpleaños. Los otros 442 mil obtuvieron su acta de nacimiento cuando tenían entre uno y diez años de edad. Esto significa que 18% de la generación no fue registrada oportunamente.
En México, el límite para registrar a un menor de manera oportuna es a los seis meses, según lo dispuesto en los Códigos Civiles. Lo que procede después es un registro extemporáneo o permanecer en la invisibilidad de por vida.
Por ahora, los datos no permiten saber cuántos niños más, de la generación 2003, se registraron en 2014 o lo seguirán haciendo en años posteriores, cuando incluso ya sean adultos. María, que pertenece a la generación de 1996, aún no consigue su registro. En las estadísticas oficiales ella sencillamente no ha nacido.
Herencia maldita
El derecho a la identidad es el segundo por excelencia, solamente después del derecho a la vida; es la llave que abre al resto de los derechos humanos. “Sin éste no existes, eres un mexicano invisible”, explica Mercado.
Un niño que no es registrado oportunamente es un fantasma del que no se sabe nada. Sin su acta de nacimiento no puede demostrar su nombre, edad, ni nacionalidad. Mucho menos puede inscribirse en la escuela, ser adoptado legalmente o recibir apoyo del gobierno.
El drama no termina allí. Cuando crece, está impedido para tramitar su credencial de elector, abrir una cuenta bancaria o conseguir un trabajo formal. Tampoco puede casarse legalmente o tener un acta de defunción.
Si tiene hijos, como María, no puede registrarlos. Ella tiene cuatro. Cristian, el mayor, tiene cinco años. Le sigue Miguel Ángel de cuatro y luego Diana, que está por cumplir dos. El más pequeño es un bebé de brazos. Oficialmente son vidas que no existen hasta que su madre logre conseguir su acta de nacimiento.
María nació en un pequeño poblado de Oaxaca llamado Cuautla, pero ignora en qué municipio se localiza. Desde hace ocho años vive en el Distrito Federal y para mantener a sus hijos trabaja vendiendo elotes y esquites.
Cristian, su primogénito, está en edad de entrar a preescolar, pero no puede asistir por la misma razón que ella nunca pudo estudiar. Algo que los ayuda un poco es que su esposo sí tiene sus papeles en orden.
Presas del crimen
La falta de una identidad oficial afecta principalmente a niños que viven en condición de calle y en pobreza extrema, que pertenecen a poblaciones indígenas o que son hijos de jornaleros migrantes y padres analfabetos.
La situación a la que ellos se enfrentan puede ser aún peor. De acuerdo con Be Foundation, al carecer de una identidad oficial, aumenta la posibilidad de que pasen inadvertidos y se conviertan en blancos perfectos para las redes de trata y el crimen organizado.
“Ni siquiera se puede levantar una Alerta AMBER [si uno de ellos se extravía]. La Procuraduría General de la República no puede hacerlo si no hay un registro, si no tiene un acta de nacimiento, si no puede demostrar quién es ese niño. “Ellos se vuelven todavía más vulnerables a jamás ser encontrados”, explica Mercado.
Las regiones del país donde el subregistro de nacimientos es muy alto se convierten en campo fértil para las operaciones de tráfico de personas y de reclutamiento para las organizaciones criminales. Si un pequeño es apartado de su familia, no hay prueba alguna de que incluso haya alguna vez existido.
El ejercicio llevado a cabo con la generación 2003 muestra que el problema del subregistro de niños es más grave en algunos estados del sureste mexicano. En Chiapas, 54% de los bebés nacidos en 2003 se registraron después de su primer año de vida. Lo mismo sucedió con 48% de los bebés guerrerenses, 31% de los veracruzanos y poblanos; y 29% de los morelenses.
Nuevo derecho constitucional
La Convención sobre los Derechos del Niño establece que todos tienen derecho a un nombre y una nacionalidad desde que nacen, también a ser registrados inmediatamente después de su alumbramiento, pero en los hechos no sucede así. En América Latina, 2 millones de niños se quedan sin registro oportuno cada año.
Los padres no registran a sus hijos por diversas causas: la pobreza, entre las primeras. Se trata de familias que se encuentran en una situación de supervivencia diaria y que desconocen la importancia del acta de nacimiento hasta que se las solicitan como requisito para inscribirlo en alguna escuela. Para ese entonces el menor ya supera los seis meses.
Hasta mediados del año pasado, obtener un acta de nacimiento extemporánea significaba pagar una multa que iba de los 680 a los 3 mil pesos, una cantidad exorbitante para una familia que apenas le alcanza para comer. Entonces sucede lo obvio: el menor no es registrado.
El 17 de junio de 2014, se elevó a rango constitucional el derecho a la identidad y la gratuidad del registro de nacimiento, lo que significa que toda persona en México ahora puede registrarse sin tener que pagar una multa. Pese a ello, aún persisten barreras económicas para hacerlo, como el costo de los trámites requeridos y el viaje hasta las oficinas donde se realizan.
María lleva cuatro años tratando de obtener su acta de nacimiento en la ciudad de México. Le piden una constancia de inexistencia de nacimiento expedida por la oficina central del Registro Civil. Como además nació en otro estado, debe regresar a su pueblo natal para sacar otra constancia de inexistencia emitida por el juzgado del registro civil más cercano.
Le requieren también los papeles de sus padres, documentos que ellos no tienen y se deben tramitar. Si solicita su acta directamente en Oaxaca, le exigen dos mil pesos que no tiene. Seimplemente o saca su acta o comen sus hijos.
De acuerdo con Héctor Maldonado, Director del Registro Civil del DF, el gobierno capitalino ya está tomando cartas en el asunto. “Con la llegada de la nueva administración, se firmó un convenio interinstitucional para iniciar un procedimiento de gratuidad para registros extemporáneos”, explicó.
Buscar a los invisibles, el reto
Alondra y Jesús decidieron que su bebé se llamará Diego Gael, quizá inspirados por la dupla de actores mexicanos famosos por protagonizar películas como Y tu mamá también o Rudo y Cursi. Tan pronto salieron del hospital, la joven pareja registró a su hijo en una de las seis unidades móviles del Registro Civil del DF. En diez días podrán recoger su acta de nacimiento.
Las unidades móviles son camionetas estilo combi adaptadas para brindar todos los servicios que presta la dependencia. Cada día visitan diferentes puntos. Una camioneta hoy se encuentra en el Hospital General Regional de Iztapalapa a fin de registrar a los recién nacidos como Diego Gael. Un día antes había estado en un albergue donde se registraron 38 adultos mayores que nunca tuvieron acta de nacimiento.
Según especialistas y funcionarios consultados, tras la reforma constitucional de 2014, el siguiente paso es buscar a toda la población que hoy no tiene rostro para que sepa que el derecho a la identidad ya es un derecho constitucional al que puede acceder de manera gratuita. Las unidades móviles ayudan a ese propósito, pero su actividad se limita a la ciudad de México.
Al esfuerzo por ayudar a la población que carece de un acta de nacimiento, se suma la Campaña Nacional para el Registro Universal, Oportuno y Gratuito de Nacimientos de Menores de Edad promovida por el DIF nacional, el Registro Nacional de Población (Renapo), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Fundación Carlos Slim.
Esta campaña representa una esperanza para que los hijos de María, hasta ahora invisibles para el Estado, puedan acceder a los mismos derechos que hoy ya tiene Diego Gael. La diferencia entre ellos es un papel, pero de tal importancia que sin él no tienen forma de probar quiénes son o dónde nacieron.
(Reportaje hecho en el marco de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas)