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Durante los cuatro años que ha servido como embajador de Estado Unidos en México, Anthony Wayne dice que ha habido días buenos y días malos para la relación bilateral, pero tiene muy claro que el día que se fugó El Chapo Guzmán del penal de máxima seguridad de El Altiplano fue uno de los más malos.

“Obviamente me sentí triste y decepcionado porque hubo un gran esfuerzo conjunto de mucha gente de ambos países para capturarlo en febrero de 2014. Ha hecho mucho daño a miles de familias en ambos lados de la frontera. Fue triste por todo este esfuerzo, por toda la inversión para capturarlo”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el embajador deja en claro que Estados Unidos espera una amplia investigación sobre la fuga de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, que lleve a la cárcel a quienes hayan apoyado su escape, puesto que asegura, se tiene que mandar una señal tanto a la sociedad mexicana como a la estadounidense de que no se permitirá la impunidad y que se castigará la corrupción.

Sin embargo, reconoce que además de las investigaciones el mayor esfuerzo que debe hacerse es para recapturarlo.

Se niega a valorar la decisión del gobierno mexicano de no haber extraditado al capo a Estados Unidos. “No voy a juzgar. Fue la decisión legítima de México y ahora la tarea es recapturarlo”.

Sobre el tema de la corrupción, dice que este es un fenómeno muy peligroso para todas las sociedades y para todas las economías que hay que atacar, y en cuyo combate México debe trabajar también. “Hay muchos estudios que han señalado el costo de la corrupción para la economía de México y hay muchas encuestas que indican que los mexicanos no están contentos con la situación que hay hoy en día”.

Wayne hace una reflexión sobre la “muy seria” amenaza que las organizaciones criminales mexicanas representan para el hemisferio. Señala que la estela de estos grupos delincuenciales genera severos problemas de adicción en Estados Unidos y de violencia y corrupción en México y Centroamérica. Añade que aunque hay diferencias entre el tipo de amenaza que suponen estos grupos criminales y los grupos terroristas, ambos generan severos daños.

El diplomático es uno de los principales activos del Departamento de Estado, posee el mayor rango al que puede aspirar un embajador de carrera, y que ostentan sólo entre cinco y 10 miembros del servicio exterior de Estados Unidos. Durante la entrevista el embajador recurre a sus 40 años de experiencia diplomática y responde con cautela a las preguntas, pero también con contundencia en los temas en los que quiere dejar claras las posturas de su gobierno.

El embajador estará esta misma semana de regreso en Washington para dedicarse a labores académicas e integrarse a la iniciativa privada después de haber recorrido muchos puestos en el escalafón del servicio exterior y haber estado al frente de las embajadas de Afganistán, Argentina y México. “Es el momento para explorar la vida fuera de la burocracia”, dice.

¿Qué diferencias ve usted entre el México al que llegó y el que deja?

— Soy muy afortunado de haber tenido la oportunidad de trabajar por cuatro años en México. He visto una evolución muy positiva en las relaciones que tenemos. Hemos establecido instituciones y mecanismos con los cuales podemos trabajar en un despliegue inmenso de los temas importantes de nuestra relación. En mi visión este es el cambio de perspectiva bilateral más importante, porque en este momento trabajamos desde educación hasta seguridad, de medio ambiente hasta migración, de apoyo para los emprendedores hasta la protección de especies en peligro de extinción. Es claro que hay diferencias, pero hay muchos temas importantes entre los dos países. Con los años hemos creado mecanismos e instituciones de diálogo de alto nivel, por ejemplo en Economía, en los cuales hay reuniones a nivel de gabinete cada año, pero durante ese periodo todos los funcionarios trabajan en 50 o 60 temas para mejorar la competitividad de las dos economías en el mundo. Tenemos una comisión bilateral en materia de seguridad en la cual dos veces por año todas las agencias de ambos gobiernos se sientan a conversar de los temas que van desde el tráfico de personas hasta el financiamiento ilícito de tráfico de drogas o el flujo de otras mercancías ilegales, todos en la misma reunión para explorar soluciones, realmente todavía no hay soluciones a todos estos temas, pero el hecho de que todos estén en la misma mesa es interesante.

Usted llegó en un momento difícil, tras la salida más o menos complicada de su antecesor. ¿Qué tan complicada fue su gestión?

— En una relación tan compleja como la de México con Estados Unidos hay días buenos y también hay días malos. En mi llegada los primeros desafíos tenían que ver con la idea de crear confianza y que las relaciones entre los dos países, en general, fueran positivas.

¿Crear confianza en el embajador?

— En la relación y entre los individuos, también entre los dos gobiernos. Una imagen de que la relación es demasiado importante para los dos países y debíamos trabajar para solucionar los retos y para reforzar las áreas que no eran conflictivas, como la economía, por ejemplo. Estoy contento porque hemos establecido este nivel de confianza entre el gobierno de México y el de Estados Unidos desde los años del presidente (Felipe) Calderón, y con el cambio (el presidente Enrique Peña Nieto) hemos trabajado de la misma manera para establecer un nivel de confianza que nos permita construir relaciones personales y mecanismos que funcionen para generar progreso.

¿Qué expectativas tiene de las reformas estructurales aprobadas en la actual administración? Después de la Ronda Uno tal parece que no hay mucho interés de invertir en este sector, ¿qué opina?

— Mi opinión es que las reformas, en general, son muy positivas. Había un consenso de los expertos mexicanos y extranjeros, desde hace 10 o 15 años, de que estas reformas eran necesarias. En el largo plazo pienso que la reforma educativa es vital. Para el futuro de México y Estados Unidos necesitamos jóvenes con mejor educación. La competencia mundial es muy fuerte y si México quiere tener más prosperidad en el futuro debe de invertir hoy en día en sus jóvenes, y lo mismo debemos hacer en Estados Unidos.

La reforma energética es muy importante, hay muchas oportunidades y, en mi opinión hay un proceso de aprendizaje y, es la primera vez desde los años 30 que hay un cambio como éste, pero soy optimista de que vamos a ver muy buenos resultados a largo plazo. En el primer paso todos han aprendido de este complejo proceso, y estoy seguro de que hay un gran potencial y muchos beneficios.

¿Qué tanto le preocupa a Washington el tema de la corrupción en México? El propio secretario de la Defensa Nacional ha dicho que la corrupción es un riesgo para la seguridad nacional, ¿coincide con este punto de vista?

— La corrupción es peligrosa para todas las sociedades y para todas las economías. Tenemos, mes a mes, en Estados Unidos investigaciones de nuestras empresas, de nuestros oficiales por actos de corrupción y es una lucha constante. ¿Por qué es una lucha constante? Pues porque implica serios costos para nuestra democracia y para nuestra economía, que no queremos aceptar. En este sentido, pienso que es un reto en cada sociedad, y que es un área en la cual todos nosotros debemos trabajar, y en la que México debe trabajar también. Hay muchos estudios que han señalado el costo de la corrupción para la economía de México y hay muchas encuestas que indican que los mexicanos no están contentos con la situación que hay hoy en día. Como vecinos estamos listos para compartir nuestras experiencias, nuestras mejores prácticas en temas éticos, en conflicto de intereses, en las lecciones que hemos aprendido en la investigación judicial contra la corrupción, pero finalmente es la tarea de México, generar sus prácticas para fortalecer sus instituciones y, estoy convencido que la gran mayoría de los mexicanos quisiera que haya progreso en esta área, y que hay funcionarios muy sinceros en México que quieren mejorar la situación.

¿Y el gobierno de su país quisiera que hubiera mayores progresos en este tema?

— Claramente es un tema importante. Pero primero es importante para los mexicanos y son ustedes los que deben juzgar la situación y pedir cambios. Nosotros, como vecinos, esperamos lo mejor para México; porque está en nuestro interés que exista un México con prosperidad y en paz, un buen vecino. El futuro debe ser de prosperidad y paz en un ambiente de democracia.

¿Qué mensaje recibió de Washington cuando informó de la fuga de El Chapo Guzmán?

— Obviamente me sentí triste y decepcionado porque hubo un gran esfuerzo conjunto de mucha gente de ambos países para capturarlo en febrero de 2014. Ha hecho mucho daño a miles de familias en ambos lados de la frontera, había muchos cargos en ambos países en contra de él. Estas cosas pasan, hemos tenido recientemente un escape en una cárcel del estado de Nueva York. Pero también fue triste por todo este esfuerzo, por toda la inversión para capturarlo.

En nuestro punto de vista es muy importante que haya una buena investigación, que este proceso siga, pero que también es clave que haya un esfuerzo de todos los que valoramos la justicia para recapturarlo y hemos ofrecido todo nuestro apoyo, toda nuestra colaboración. Hay conversaciones regulares entre las agencias de procuración de justicia para compartir información y para buscar a El Chapo y honestamente pienso que este esfuerzo constante va a tener éxito.

Como dijo mi colega y amigo Tom Shannon (consejero de alto nivel del secretario de Estado, John Kerry) hace poco: Por qué no, vamos a detenerlo una tercera vez. Soy optimista de que vamos a recapturarlo, es muy importante para ambas sociedades.

¿Sinceramente, usted no considera que fue un error no haberlo extraditado?

— Según el tratado entre los dos países, el que ha capturado a una persona tiene el derecho para seguir el proceso criminal en contra de ella. Es un derecho de Estados Unidos y de México, en este caso fue el derecho de México. Fue una decisión completamente legítima de México guardar a El Chapo.

Si bien fue legítima la decisión, ¿usted diría que fue la correcta?

— No voy a juzgar. Fue la decisión legítima de México y ahora la tarea es recapturarlo. ¿En qué parte del mundo está? No lo sabemos, pero en este momento hay una búsqueda global.

¿Habría que castigar a la gente que lo ayudó, incluida la que trabaja para el gobierno?

— Sí, es muy importante. Hay que pensar en la gente valiente que ha trabajado para capturarlo. Debe haber una acción fuerte para hacer justicia y llevar ante un juez a quienes han participado en esta fuga, es una parte de la lucha contra la impunidad que es muy importante.

¿Y contra la corrupción?

— Y la corrupción, claro. Es muy importante. Señal muy importante para aquellos que han luchado para capturarlo y también una señal para la sociedad y para quienes en el futuro pudieran estar tentados por la corrupción para participar en una acción similar.

¿Y también sería una señal para su país, que los ayudó a capturarlo la última vez?

— Exactamente, esa es una señal para ambas sociedades.

¿Está Washington satisfecho con la política de extradición de la actual administración?

— Trabajamos muy cerca con las autoridades de la PGR y otras, y es importante entender que en las relaciones hay todavía temas difíciles, en ambas direcciones, porque las autoridades buscan justicia para sus ciudadanos. Hay debates, discusiones, hay colaboración y trabajamos para lograr la mejor colaboración posible. En este momento, hay una colaboración inmensa en muchos temas, y hemos tenido muchos éxitos, El Chapo —su captura en 2014— es uno de ellos. Hemos tenido éxito en contra de redes de trata de personas mexicanas… hay progresos, pero como he dicho habrá días malos y días buenos, la clave es seguir en nuestros esfuerzos.

¿Cuáles son los principales retos de México en materia de combate al crimen organizado y al narcotráfico en este momento?

— A largo plazo creo que es el fortalecimiento de las instituciones. En este sentido, una reforma muy importante es el establecimiento del nuevo sistema de justicia oral. Es más eficiente, más respetuoso de los derechos de los acusados, y en el mundo se ha mostrado que es más eficiente para obtener condenas exitosas. Pienso que esta reforma va a cambiar mucho el escenario para México, habrá mayor respeto por los derechos humanos y mejor justicia para las víctimas. Va a fortalecer a la policía, porque va a tener que presentar evidencia, no sólo confesiones. Los procuradores deberán desarrollar casos sólidos, también para los defensores y los presuntos culpables, porque podrán defender su inocencia en un escenario abierto; y también para la sociedad, porque habrá más resultados en los casos que hay actualmente, y la tasa de impunidad se reducirá. Este cambio necesita toda la atención y todo el compromiso posible. Estamos listos para ayudar, pero esta es una reforma de México y de los mexicanos, que será de gran ayuda para ustedes e indirectamente para nosotros.

¿Cómo calificaría usted la amenaza que los cárteles mexicanos representan para el hemisferio? ¿De qué tamaño es ésta?

— Es muy seria. Un ejemplo: tenemos en Estados Unidos más y más adicción a la heroína. Es muy triste para los individuos, para las familias y para las comunidades y la gran mayoría de esta heroína es introducida por organizaciones criminales de México. Pero también es peligroso para México, porque estas organizaciones usan la fuerza, generan corrupción para cumplir su tarea y, también, en otros países en América Central hemos visto los daños que causan estas organizaciones. La solución es que debemos trabajar mejor y de manera conjunta en una fuerza para combatir estos problemas, e incluye en Estados Unidos mejores programas para evitar y tratar las adicciones. Es claro que estas organizaciones delictivas crean muchos daños en México y otros países.

¿Usted a qué le temería más, al narcotráfico, al crimen organizado, o al terrorismo?

— Honestamente no podría elegir. He trabajado en ambos temas y ambos son una amenaza. Debemos coordinarnos en la lucha contra ambas amenazas, no es posible dar más peso a una que a otra. Es un tipo de daño diferente, pero los dos son muy severos.

¿Qué opina de expresiones como la del aspirante a la candidatura del Partido Republicano, Donald Trump, hacia el gobierno de México y los mexicanos?

— Los diplomáticos no entran en los debates del escenario político, pero mi experiencia en México ha sido muy positiva, he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas muy capaces, muy comprometidas, muy dedicadas y que trabajan para mejorar su país, su sociedad. Esa es la imagen que tengo de México.

Encuestas muestran que el señor Trump tiene altos niveles de popularidad, ¿le preocupa que este discurso antimexicano y xenófobo crezca en Estados Unidos?

— Claramente esperamos que el debate en cada país sea de hechos y de realidades.

¿Qué consejo le dejaría a su sucesora?

— Afortunadamente ella es especialista en América Latina y en asuntos de México. Ella (Roberta Jacobson) conoce muy bien México, por muchos años de trabajo y seguramente seguirá con el despliegue de la gran colaboración que hay entre los dos países; y pienso, que esto será clave para el éxito futuro en todas las áreas en las que estamos trabajando. Necesitamos un poco de paciencia y reconocer que no todos los días serán buenos días, pero que en la mayoría sí lo serán.

Después de cuatro años, ¿usted se va de México con más días buenos o más malos?

— Sin duda, más días buenos. Más días en los que he recibido inspiración de los jóvenes, de los innovadores y de las personas comprometidas para mejorar la vida y la sociedad de México. Sin duda muchos más días buenos.

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