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En México al menos una de cada cinco mujeres menores de 18 años contrae matrimonio o vive con su pareja y, en nueve estados, no existe una ley que imponga una edad mínima para contraer nupcias.

El matrimonio en niñas se concentra principalmente en comunidades rurales e indígenas y en los niveles socioeconómicos más bajos, pero el fenómeno sucede en todo el país.

Las jóvenes que hablan lenguas indígenas y que presentan proporciones elevadas de nupcias infantiles que rebasan 40% se ubican en Chiapas, Guerrero y Veracruz.

Además 17.7% de las que viven en zonas urbanas y 28% en las rurales se juntaron con su pareja antes de cumplir la mayoría de edad.

Más de 5% de las mujeres que habitan en comunidades rurales se casaron antes de cumplir 15 años.

En tanto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera el matrimonio de niñas y uniones tempranas como una violación a los derechos humanos, toda vez que es “práctica nociva que afecta la vida, salud, educación e integridad de las menores de edad”, que tiene un impacto directo en su desarrollo y además incrementa la discriminación y la violencia en su contra.

Cifras de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) señalan que el porcentaje de mujeres no solteras con hijos a los 12 años es tres veces mayor al de las solteras de 17 años.

Niñas, adolescentes y mujeres que integran la organización Melel Xojobal AC consideran que factores estructurales que generan exclusión, desigualdad y pobreza hacen de Chiapas uno de los estados más peligrosos para ser niña.

En esta entidad, los embarazos no deseados, la falta de recursos económicos para que niñas y adolescentes continúen con sus estudios y la ausencia de apoyo familiar para llevar adelante sus proyectos de vida resultan factores decisivos que impiden el ejercicio de los derechos de las menores de edad.

Uno de los riesgos de mayor prevalencia durante los matrimonios infantiles es el embarazo temprano, al menos 15.4% de las mujeres que hoy tienen entre 20 y 24 años de edad fueron madres antes de los 18 años, mucho antes de tener las condiciones físicas y emocionales para serlo. Por ello, un tema preocupante es la mortalidad materna en adolescentes dado que en 2014, 10.4% del total se presentaron en menores de 19 años.

Las consecuencias de los matrimonios y las uniones tempranas inciden en que estas niñas tienen menos educación porque al casarse dejan sus estudios, ya sea por el trabajo doméstico o porque de inmediato se embarazan y se dedican al cuidado de los hijos.

Redim y Melel Xojobal denuncian que las niñas en el país viven desigualdad en oportunidades para la inserción y permanencia escolar, además de que en diversas entidades del país los usos y costumbres violan los derechos de niñas y adolescentes a decidir cómo, cuándo y con quién compartir su proyecto de vida.

Ambas organizaciones señalan que hacen falta protocolos para atender la violencia, prevenirla y garantizar espacios escolares seguros para la infancia y la adolescencia.

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