Con la reincorporación de Luis Videgaray como canciller y de Cristina García como nueva secretaria de Cultura, durante lo que va de su administración, el presidente Enrique Peña Nieto ha realizado 23 cambios en su gabinete legal y ampliado, y cuatro más en su staff de Los Pinos, derivados de ajustes, renuncias, presión política, desgaste, errores, escándalos y la muerte de uno de ellos.

Su antecesor, Felipe Calderón, realizó 23 movimientos en posiciones clave de su gabinete durante su mandato, entre ellos cuatro relevos al frente de la Secretaría de Gobernación, tres en la Procuraduría General de la República y tres más en la Secretaría de Hacienda.

Para los especialistas Enrique Cárdenas, Alberto Aziz y Marco Fernández, los cambios en el equipo presidencial son normales y forman parte de las decisiones políticas que toma el Presidente, pero coinciden en que se ha tratado de rotaciones de personajes cercanos al mandatario más que incorporaciones o correcciones en el desempeño de las diferentes dependencias.

Al iniciar el quinto año de gobierno del presidente Peña Nieto ha habido dos cambios en la PGR, dos en la Cancillería, dos secretarios de la Función Pública, dos relevos en Sedesol, uno en la SEP y otro en Hacienda.

Un recuento realizado por EL UNIVERSAL advierte que hasta el momento van dos relevos en la Sedatu y dos en la Comisión Federal de Electricidad, y han cambiado de titular en una ocasión en las secretarías de Agricultura, Cultura, Salud y Turismo, así como en Pemex, IMSS, ISSSTE y Conagua.

De las 28 dependencias que integran el gabinete legal y ampliado, sólo 11 mantienen a los titulares nombrados por Peña Nieto al inicio de su mandato: Gobernación, Defensa Nacional, Marina, Energía, Economía, Comunicaciones y Transportes, Trabajo y Previsión Social, Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Conacyt, Inmujeres y DIF.

El presidente Peña Nieto ha ordenado cambios del secretario de Relaciones Exteriores, donde José Antonio Meade pasó a la Secretaría de Desarrollo Social y luego a la de Hacienda; en la PGR salió Jesús Murillo Karam, entró Arely Gómez y después Raúl Cervantes.

Videgaray Caso, el hombre más cercano al presidente Peña Nieto, dejó la SHCP tras la visita de Donald Trump como candidato republicano a Los Pinos. Su lugar fue ocupado por Meade Kuribreña. La víspera Videgaray Caso se reincorporó al gabinete como canciller en sustitución de Claudia Ruiz Massieu.

Rosario Robles Berlanga, primera titular de Sedesol en este sexenio, fue a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano en sustitución de Murillo Karam, quien a su vez había dejado la PGR y llegó a Sedatu en lugar de Jorge Carlos Ramírez Marín, quien salió para ir como diputado federal.

Al cierre de 2016, tras cuatro años de gobierno, también hay cambios en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, donde salió Juan José Guerra Abud, quien fue designado embajador de México en Italia, y entró Rafael Pacchiano Alamán, cuota del PVEM.

En la Sagarpa salió Enrique Martínez, quien se fue como embajador a Cuba, y entró José Calzada Rovirosa. En la SFP salió Virgilio Andrade y entró Arely Gómez.

En la Secretaría de Educación Pública salió Emilio Chuayffet y entró Aurelio Nuño. Tras la muerte de Sebastián Lerdo de Tejada, la dirección del ISSSTE la tomó José Reyes Baeza.

Al ser nombrada secretaria de Relaciones Exteriores, Ruiz Massieu dejó la Secretaría de Turismo a Enrique de la Madrid, mientras que Mercedes Juan López dejó la Secretaría de Salud que asumió José Narro. En Conagua salió David Korenfeld por el uso personal de infraestructura pública y su lugar lo ocupó Roberto Ramírez.

Otro cambio fue la salida de Francisco Rojas de la CFE; en su lugar asumió Enrique Ochoa Reza, quien a su vez renunció para ir a la presidencia nacional del PRI. El titular de esta cartera es Francisco Hernández Martínez.

Tras la salida de Meade de la Sedesol, Luis Enrique Miranda, quien fue subsecretario de Gobierno de la Segob, asumió la titularidad. En Cultura, el Presidente nombró a Cristina García tras la muerte de Rafael Tovar y de Teresa.

Además se registran cuatro cambios en el equipo cercano de Los Pinos. Aurelio Nuño dejó la jefatura de la Oficina de la Presidencia a Francisco Guzmán Ortiz, y David López la Coordinación de Comunicación Social a Eduardo Sánchez. Se incorporó Andrés Massieu en la Coordinación General de Política y Gobierno, y Carlos Pérez Verdía ocupó el lugar que dejó Francisco Guzmán como coordinador de asesores.

Aprendizaje.

Para Enrique Cárdenas —catedrático del ITAM, Premio Nacional de Economía, miembro de la Junta de Gobierno de El Colegio de México y director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias— lo óptimo es que los equipos de trabajo se mantengan el tiempo suficiente, sobre todo porque requieren de aprendizaje y tiempo para echar a andar el Plan Nacional de Desarrollo.

“Cambios frecuentes en ese sentido no ayudan mucho, pero lo que ha llamado la atención en este gobierno no es tanto el número de cambios, sino las personas que han sustituido a ciertos individuos, el que viene a cuenta con mayor claridad es en la Sedesol”, indica.

Asegura que se desdibujó la Oficina de la Presidencia de la República con la salida de Nuño Mayer: “Por tapar un hoyo se destapó otro”.

“Los cambios no son deseables, si se pueden evitar es mejor y, sobre todo, si se tienen que hacer, deben hacerlo de la mejor manera, así no ha sido muy adecuado que haya habido estas transiciones y más con la implementación de reformas estructurales tan importantes que requieren de consistencia, visión y una línea”.

Advirtió que los cambios en la PGR y en la SFP son reflejo del “traqueteo” al que son sometidas por los casos Ayotzinapa y casa blanca: “Son instituciones clave en problemas fuertes y no han aguantado la fricción generada”, estima.

Aziz Nassif, profesor e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, coincide en que los cambios son naturales en un equipo de gobierno, pero en el caso del gabinete de Peña Nieto se debe analizar cada uno de ellos por separado.

“Hay un patrón general viendo todos estos casos en donde sí medió un tipo de conflicto, de coyuntura tersa, y de suerte de intercambio, no fueron cambios que obedecieran a una lógica más racional de mejoramiento del servicio público, fue de decisión política, y frente al desgaste tan fuerte en que cayeron, se debía sacarlos del puesto, moverlos, cambiarlos”, dijo.

“A veces no importa el desgaste, que la función para la que fueron elegidos no se cumpla, lo que importa es que se mantenga ahí a la gente de confianza, el criterio es la confianza sobre la eficiencia y el buen desempeño”, critica.

Advierte que el caso Ayotzinapa desacreditó al entonces procurador Murillo y obligó al Presidente a hacer cambios y después se maniobró para acomodar las circunstancias para que el tercer titular de la PGR se convirtiera en fiscal general, todo en detrimento de la institución.

En el caso de la Función Pública, se perfilaba como una secretaría destinada a desaparecer y estuvo sin titular hasta que Virgilio Andrade fue designado secretario para hacerse cargo de la investigación de la casa blanca de Las Lomas. “Ha perdido su credibilidad esta secretaría, pero está instalada en la estructura del gobierno”.

Marco Fernández —investigador asociado de México Evalúa, profesor-investigador de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey, y consultor del Banco Mundial— considera naturales los cambios en el gabinete conforme avanza el sexenio.

“Ya sea por necesidad, porque los primeros nombramientos no cumplieron las expectativas o porque las circunstancias cambian y se requieren otro tipo de habilidades frente a ciertas secretarías o también ocurren en situaciones políticas, como con el secretario de Hacienda”.

Tras coincidir con Aziz y Cárdenas en los señalamientos en torno al desempeño del actual secretario de Desarrollo Social, Fernández advierte que cuando hay cambios en el gabinete uno quiere pensar que hay reconocimiento de los problemas.

Considera que hay una lista “reiterada” de “oportunidades perdidas” del Presidente para corregir los errores y para consolidar una agenda de transformación necesaria para el país, pero ahora se va a volver cuesta arriba, con mayor preocupación por factores externos como la llegada del presidente Donald Trump.

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