La Cámara de Diputados a la semana tiene en promedio 20 denuncias de objetos olvidados o hurtados por abuso de confianza, de los cuales, 18 son localizados esa misma semana, y los dos restantes a la siguiente. Entre los objetos más olvidados se encuentran: documentos, tarjetas bancarias, ropa, papelería, identificaciones, cables (de celular, laptop, entre otros), utensilios de cocina, llaves, lentes, celulares, libros, bisutería, navajas, dinero, paraguas y herramientas.

Seguidos de las carteras, botellas, iPad, bolsos, anillos, alimentos, maletines, maletas, portafolios, medicamentos, dijes, cd’s, varillas de baners, tarjeteros, tapas de cámara fotográfica, pilas, grabadoras, micrófonos, mochilas, monederos, mouse, placas personalizadas, cargadores de pila, cheques y artículos de aseo personal.

Entre los artículos más extraños que han localizado los elementos de seguridad y que son custodiados en la Dirección de Resguardo y Seguridad de la Cámara Baja, se ubican: una lona, espigas de madera, una guitarra, un cuadro, una brújula, dulces, cigarros, un dildo y un bóxer metálico.

“Estos son el mosaico de artículos que tenemos bajo resguardo y los cuales se van entregando a los propietarios de acuerdo a como los acrediten. Los objetos que más nos tienen en jaque son los celulares, iPads, bolsas, tarjetas y laptops”, cuentan los agentes de seguridad, quienes por protección prefieren mantener sus nombres en el anonimato.

El 85% de los artículos recobrados se debe a que el personal que labora en el recinto legislativo hace entrega de cada uno de ellos, 15% se recuperan tras hacer una investigación realizada haciendo uso de las más de 100 cámaras que se ubican en el interior y exterior del Palacio Legislativo de San Lázaro.

El plazo para mantener los objetos en custodia es de 90 días exactos, una vez que se cumple el periodo y, en caso de no reclamarse, se destruyen.

“El protocolo para la localización de los objetos consiste en revisar las imágenes de ayuda, ubicar a la persona que está solicitando el apoyo y llegar a entrevistarla. Al trabajar bajo el concepto de olvido del bien y no de sustracción no se finca responsabilidad, a menos que haya dolo y lo manifieste el afectado, por eso no es considerado como robo, aunque tampoco nosotros tenemos la facultad para determinar si los es o no”, explicó.

Vigilancia plena

Y es que dicen que en San Lázaro tiene su propio Big Brother, ya que todo lo ve, todo lo sabe y todo lo registra.

Los agentes de resguardo cuentan que una de las ocasiones que abrieron una investigación fue cuando una de las visitas guiadas, que fue invitada por un diputado, sustrajo del salón del pleno la bolsa de una diputada que estaba platicando con sus compañeros de bancada.

Debido a que no contaban con los datos de la señora, procedente de Querétaro, se acudió al legislador que organizó la visita para poder obtener información y así recuperar el objeto que fue robado. Una vez que se documentó el hecho, se localiza a la queretana para solicitarle la devolución de la bolsa sin que ello le repercutiera, siempre y cuando regresará todo el contenido, hecho que así sucedió.

Señalaron que la semana pasada, otro visitante fue remitido a las autoridades correspondientes debido a que se negaba a asumir su responsabilidad y a entregar el celular que había tomado de uno de los salones del Edificio G, y el cual pertenecía a un empleado de Cámara. Los cargos fueron considerados delito federal, ya que el objeto era un bien material del recinto.

El responsable de dirigir y operar el sistema de video —que por cuestiones de seguridad se omitirá su nombre— narró a EL UNIVERSAL, que lo que comúnmente observa es el uso de las tarjetas de crédito cuando el cuentahabiente la olvida dentro del cajero, por lo que el siguiente en la fila saca dinero y se retira con todo y tarjeta, “esto lo rastreamos y si es un empleado se acude a Recursos Humanos y a Contraloría Interna”, para resolver el caso.

En caso de ser una persona externa, se debe dar aviso a la Dirección Jurídica y a la Secretaría General para hacer la investigación y poder dar con quien haya cometido abuso de confianza.

“En los baños y oficinas no hay cámaras, pero sí en puntos estratégicos que nos permiten vigilar quién o quiénes son los últimos en entrar o salir, así damos con la persona que pudo haberlo tomado. Nosotros trabajamos bajo hechos no suposiciones o especulaciones”, asentó.

Narra que los más afectados son los legisladores, ya que éstos son víctimas de su propio personal de confianza, asesores o particulares, “una ocasión nos tocó atender la sustracción de cinco cheques de cantidades grandes de la maleta de un diputado, dos de ellos fueron cobrados en los bancos que están en el interior de la Cámara. El responsable fue su trabajador, quien falsificó la firma para poder cobrarlos, en esa ocasión dimos respuesta en dos días”.

Afirma que el principal objetivo de las cámaras es el resguardo de las personas y no de los bienes, sin embargo, tienen la obligación de revisar y resolver las quejas, aun cuando no tengan la facultad para levantar denuncias ante el Ministerio Público.

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