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Con 53 años de edad, el priísta Raúl Cervantes lleva casi medio siglo embebido en la vocación del derecho. Disfruta la remembranza de niño. El comedor de la casa familiar en la colonia Santa María la Redonda, de la Ciudad de México, donde sus padres comentaban partes esenciales de recursos de amparo. Tareas profesionales de la familia, así fue como creció.

Como pocos, Cervantes Andrade sabe de memoria la Constitución, y la estudia con una obsesión de amor.

Él mismo ha contado que a los 12 años trabajó de boletero, inspector de andenes y de taquillas, con un tío en la Terminal de Autobuses del Sur. Llegó a ser abogado de los transportistas y, en ese rol, logró a trabajar en la SCT, donde despachaba al que se haría su amigo: Emilio Gamboa Patrón.

Tuvo un maestro marista que dejó huella perdurable en él: Un hombre espiritual, “verlo daba paz”. Y a él le debe lo que sabe de Historia y Derecho.

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