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Pablo Gómez Álvarez no sale en la foto del cónclave perredista para elegir al relevo de Agustín Basave, quien deja la presidencia del partido con sonrisa institucional y mirada triste.

Casi ocho meses estuvo al frente de la organización “más difícil de dirigir”, escribió en la carta de renuncia que lee el presidente del noveno Consejo Nacional, Ángel Clemente Ávila. La exposición de razones quizá sólo él las escucha, envuelto en desorden y ruido.

Basave dejó el traje en casa. Viene de chamarra de paisano. La tristeza es como un clavo martillado en sus ojos. En la primera fila —la del centro del poder perredista—, a su izquierda está Jesús Zambrano, cabeza de Nueva Izquierda; a su derecha, Mary Telma Guajardo, secretaria de Política de Alianzas del Comité Ejecutivo Nacional.

También componen esa foto de la fuerza dominante, Julio César Moreno, Beatriz Mojica, Jesús Ortega y Angélica de la Peña. Con ellos, invitada, Alejandra Barrales, colaboradora en el Gobierno de la Ciudad de México que encabeza Miguel Ángel Mancera.

Pasillo de por medio, el presidente original del actual periodo, Carlos Navarrete Ruiz —chivo expiatorio en 2015 por los resultados electorales que disminuyeron el tamaño del PRD—, campante, presencia la reunión.

Al otro lado de ese bloque, un factor más de poder, renuente a los medios, René Bejarano está presente con el interés de Izquierda Democrática Nacional (IDN).

¿Y Pablo Gómez? El fundador del PRD, ex presidente del partido, quien ha sido incluido en las propuestas para tomar la estafeta que dejó Navarrete y soltó Basave, está filas atrás. Ha escogido un traje azul oscuro, una formalidad que lo distingue en sábado.

Mientras Gómez brindaba sus motivos para presidir el partido, Alejandra Barrarles y Beatriz Mojica compartían saludos con los líderes de Nueva Izquierda.

Todos ellos sabían que en esta cita al séptimo pleno extraordinario del Consejo Nacional sólo venían a abrir la sesión, aplaudir la salida de Basave e ir a un receso de dos semanas para ver si en ese tiempo se llega a consensos sobre quién será el interino del interino.

Basave ha escrito en su renuncia señalamientos para un debate, pero el Consejo Nacional se desentiende; en plena lectura de la renuncia, la primera fila se pone de pie para saludar al gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles.

Parece que nadie atiende los motivos expresados en la carta que lee Ávila Romero, quizá sólo el propio Basave lo hace.

“Creí que las consecuencias de la crisis que atravesamos y el instinto de supervivencia podrían contrarrestar las luchas [de las corrientes] por el control interno que hoy están desgarrando al PRD”, apenas se escucha entre el ruido.

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