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Delgado, alto, alegre, sin la estela de gente que sigue a los importantes, el presidente del PRD, Agustín Basave Benítez, llega a las 10:12 horas a un gran salón del World Trade Center (WTC) de la Ciudad de México, donde ante unas mil 200 personas encabezará el aniversario 27 del máximo partido que ha dado la izquierda mexicana, desde los anarquistas y comunistas hasta nuestros días, de tribus que se hacen la vida imposible.

“¡Complicadísimo, es complicadísmo [el PRD]”!, dice Basave cuando todavía no llegan los poderosos y famosos del perredismo de ADN, impuntual, y Dolores Padierna, senadora y fundadora, ve que es tiempo de poner a remojar a esta organización y reformarla en el corto plazo que es enseguida de 2018.

Es la fiesta por el 27 aniversario. La música ambiental de ese salón incluye en el repertorio Las mañanitas, con delicada interpretación en piano. Están las “fuerzas vivas”, la gente de colonias que se ponen camisetas blancas con el logo del partido, pero la musiquita no pega.

Se han colocado fotografías monumentales que se convierten en un homenaje a los grandes que se han ido, “unos al cielo, otros del partido”, dice una militante, que ilustra lo ajenos que son los perredistas al lugar: “A la secretaria general, Beatriz Mojica, no la dejaba entrar el personal de seguridad [local]”.

Son de echarse de menos las iniciales PRD, y más todavía la denominación que hizo historia en el sistema político: “Partido de la Revolución Democrática”. En cambio, están las fotos gigantes, en las que aparece un Andrés Manuel López Obrador, delgado, joven, atento a un Heberto Castillo macizo.

Claro, están en fotos el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, un cuarto de siglo antes, y Porfirio Muñoz Ledo, y Jesús Ortega, ambos en la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, a la derecha e izquierda del priísta Humberto Roque Villanueva, éste en posición de firmes, mientras ellos alzan el puño y muestran la “V” de la victoria. Manuel J. Clouthier figura en la imagen de la jornada contra el fraude electoral de 1988. Aquellos tiempos.

Esa mujer con pinta de Adelita, delgada y menudita al lado de Cárdenas, sí, es ella, la maestra Ifigenia Martínez, en la formación de líderes de izquierda en la foto mural del recuerdo, presente hoy en la primera fila; y también están Rosario Robles y Amalia García en la foto.

Llegar a la primera fila no se le permite a los contingentes que ovacionan a sus jefes delegacionales de Álvaro Obregón, Coyoacán, Iztapalapa, Iztacalco, Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza. Miguel Ángel Mancera manda saludos, la veda electoral no le permite asistir. En cambio, los gobernadores Gabino Cué (Oaxaca) y Arturo Núñez (Tabasco) se presentan sin remordimiento.

En la actual época mediática, el PRD no sabe qué hacer con los periodistas. Que se quiten, les piden. Y la música en alto volumen se mezcla con las entrevistas a Jesús Zambrano, Guadalupe Acosta, Jesús Ortega, Carlos Navarrete, Miguel Barbosa, Francisco Martínez Neri.

Gabino Palomares ameniza con la canción Hasta siempre, comandante, un himno al Ché Guevara que Fernando Belaunzarán entona en su lugar de primera fila.

El plato fuerte son los mensajes de Beatriz Mojica y de Agustín Basave. La guerrerense dice que el PRD estará listo para competir y ganar la Presidencia, y reivindica la estrategia de las marchas y plantones. El regiomontano diagnostica que la organización padece de “sobredosis de conflicto”. Y lo que sigue es renovarse. ¿Qué dirán las tribus?

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