Donald Trump dijo ayer que no permitirá que transgénero sirvan “de ninguna manera” en el ejército de Estados Unidos por los “tremendos costes médicos y perturbación” en el cuerpo militar, lo que generó un nuevo terremoto en la capital de Estados Unidos.

El anuncio lo hizo en tres tuits. “Nuestras fuerzas armadas deben centrarse en victorias decisivas y arrolladoras, no pueden verse lastrados con enormes costes médicos y la perturbación que implican los transgénero”.

La orden llegó por sorpresa. El Pentágono confesó no saber de dónde salía la propuesta; de hecho, el secretario de Defensa, James Mattis, está de vacaciones. Por tanto, Trump mintió (al menos en parte) cuando aseguró haber tomado la decisión “tras consultarlo con generales y expertos militares”.

La decisión, según la Casa Blanca, fue tomada el martes “basada en temas militares”, pero todo apunta a que la verdadera razón es un cálculo político con miras a la aprobación del presupuesto 2018 que, entre otras partidas, incluye los fondos para la construcción del muro en la frontera con México.

Una lucha interna entre los republicanos de la Cámara de Representantes sobre los transgénero en el ejército ponía en riesgo parte del presupuesto. Los legisladores de línea dura en Defensa exigían un cambio en el programa transgénero para que el Pentágono no pagara las operaciones de reasignación de género como condición para aprobar un texto que incluye fondos para la valla fronteriza.

El problema llegó a la Casa Blanca y Trump, sin dudar, pasó a la acción, y con tres tuits terminó con el asunto. La solución tenía que llegar rápido, porque esta semana está previsto que la Cámara de Representantes vote la porción de presupuesto que incluye los mil 600 millones solicitados para los primeros tramos de muro.

La urgencia de la medida se revela en que no se sabe todavía cómo se va a implementar, ni si los soldados transgénero que ya están sirviendo se verán afectados y de qué manera.

El magnate, en campaña, se presentó como el más firme defensor de esa comunidad y su hija Ivanka prometió ser la voz que los protegería.

El anuncio de Trump tuvo muy mala acogida en la clase política del país. “Es repugnante”, dijo la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. “No tiene ningún sentido”, añadió por su parte un ex marine transgénero, Kristin Beck.

“No hay ninguna razón para forzar a miembros del servicio militar que están capacitados para luchar, entrenar y desplegar a dejar el ejército por si identidad de género”, criticó el senador republicano y ex prisonero de guerra John McCain. No sólo por la discriminación, sino porque las justificaciones expuestas por Trump no son consistentes.

Un estudio del centro RAND de 2016 indica que hay entre mil 320 y 6 mil 630 militares transgénero en un ejército de un millón de soldados; grupos proderechos aseguraron que hay más de 15 mil. El “tremendo” coste del que habló el presidente, según el estudio, sería de entre 2.4 y 8.4 millones de dólares al año, cifra muy inferior, por ejemplo, a los 84 millones de dólares anuales que gasta el ejército al año en medicinas para la disfunción eréctil, conocida comercialmente como Viagra.

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