El ex director del Buró Federal de Investigaciones (FBI) James Comey comparecerá el próximo jueves ante el Comité de Inteligencia del Senado para contar su verdad sobre su destitución en el cargo mientras lideraba la investigación de la agencia sobre los lazos entre el presidente Donald Trump y el Kremlin para influir en las elecciones de 2016.

La audiencia, altamente esperada y que se espera explosiva, será una nueva prueba de fuego para la crisis permanente en la que vive la Casa Blanca de Trump, y otro nubarrón que se instalará encima de sus cabezas.

Comey, primero en audiencia pública y después en sesión privada, tendrá que responder preguntas de los senadores no solo de cómo dejó la investigación tras su fulminante y sorprendente destitución, el 9 de mayo, —de la que se prevé que diga poco por el carácter confidencial de la información—, sino que también será cuestionado sobre si vio que Trump trató de inmiscuirse en sus pesquisas sobre el llamado Rusiagate y, por tanto, si existe posibilidad de hacerle juicio político al mandatario por obstrucción de justicia.

La figura del ex director del FBI es una de las claves para el devenir de las investigaciones. Él fue quien lideró su fase inicial, quien confirmó que existía la pesquisa y quien tras unas primeras reuniones extrañas con el presidente empezó a anotar todas sus comunicaciones con Trump, para dejar constancia de cualquier intento de interferencia.

El nombramiento del también ex director del FBI Robert Mueller como nuevo fiscal especial para la investigación del caso obligó a que, antes de que pudiera personarse ante los senadores, Comey tuviera que entregar documentos y memorándums para su revisión. Esta semana Mueller dio luz verde para que Comey comparezca ante el Senado.

Entre las novedades de la investigación, se filtró que se estaría investigando una reunión hasta ahora desconocida entre el fiscal general Jeff Sessions y el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, lo cual, de ser cierto, supondría que el ex senador estadounidense habría mentido bajo juramento.

De hecho, los senadores demócratas Patrick Leahy y Al Franken pidieron a Comey cuando aún era director del FBI investigar a Se-
ssions ante temores de que hubiera mentido, confirmaron ayer ambos en una declaración conjunta.

Tras el despido de Comey, los congresistas reiteraron su pedido al director interino de la agencia policiaca federal, Andrew McCabe.

Según la declaración, la solicitud de investigar a Sessions se dio después de que el diario The Washington Post revelara que como miembro de la campaña presidencial de Trump, Sessions se reunió con funcionarios rusos.

Leahy y Franken indicaron que Sessions no intentó corregir “su engañoso testimonio” hasta la revelación hecha por el Post, si bien nunca explicó o reconoció las tergiversaciones en su testimonio, “y seguimos preocupados de que aún no se haya manifestado sobre el alcance de sus contactos con funcionarios rusos”.

Desde San Petersburgo, el presidente ruso, Vladimir Putin, reconoció por primera vez que quizá algunos piratas informáticos “patrióticos” de su país pudieron haber “hackeado” computadoras de Estados Unidos, pero aseveró que el Kremlin no interfirió en nada.

Harto de lo que llamó la “histeria rusofóbica” que dijo se está viviendo en la Unión Americana, alertó que la situación actual imposibilita la relación entre ambos países y esperó que la tensión actual “acabe en algún momento” porque no sólo ha llegado “demasiado lejos”, sino que “es contraproducente”.

De Trump, dijo que aunque no lo conoce, le “encantan” las personas como él: “sencillos, directos”, con “una visión muy franca de las cosas y eso puede ser muy provechoso”. Con información de agencias

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