Washington.— Cuando Donald John Trump ponga su mano sobre la Biblia y jure el cargo como el presidente número 45 de la historia de Estados Unidos, el país empezará a cambiar. La llegada del magnate a la Casa Blanca es el inicio de una era imprevisible, como lo fue su victoria electoral el pasado mes de noviembre, pero lo que sí está claro es que un Despacho Oval con el primer inquilino sin pasado en el servicio público o militar significará un cambio radical.

“Creo que la ‘era Trump’ será una extensión de la ‘era conservadora’, con la política moviéndose hacia posiciones de la derecha”, dice Julian Zelizer, reconocido historiador político de la Universidad de Princeton, a EL UNIVERSAL.

De su comportamiento y retórica de campaña, así como sus primeros días como presidente electo de EU, se puede desgranar más o menos como será la entrada del magnate al liderazgo de la principal potencia mundial.

Trump llegará a la presidencia con un discurso “reaccionario y antiestablishment”. “Continuará clamando contra la mayoría de los valores sociales y políticas domésticas que se han mantenido desde la década de los 60”, augura el experto. Pero no se quedará ahí: también “aplastará muchas de las convenciones del proceso político estadounidense”.

En cuanto a políticas, Zelizer sostiene que Trump intentará llevar a cabo todas las políticas prometidas durante el proceso electoral, que básicamente se resumen en divergir casi por completo de la propuesta más o menos progresista del presidente saliente, Barack Obama, y virar hacia posiciones más conservadoras.

En ese sentido, se puede ver beneficiado con un “Congreso republicano con el que trabajar”. “La política se podría mover mucho más a la derecha en temas como cambio climático, política impositiva y fiscal, migración y regulaciones económicas”, por poner algunos ejemplos, en opinión del experto.

La duda es hasta cuándo podrá cambiar las bases fundacionales de EU, un sistema que ha definido desde hace tiempo como “corrupto” y necesitado de una limpieza profunda —hay que recordar su famosa frase “Drain the swamp”, o “drenar el pantano”, referida a la ciudad de Washington y la supuesta infestación de intereses políticos y económicos que en la opinión del magnate perjudican al país y le impiden progresar y ser “grande”—.

“Todos los presidentes prometen sacudir el sistema político, pero muchos lo encuentran mucho más difícil de lo que esperaban o creían”, apunta Zelizer. Enfrentarse al poder real del Congreso y las burocracias, por ejemplo, es mucho más complejo en la realidad que en la retórica de campaña. A eso hay que añadir que, como señala el experto, “la opinión pública a veces no quiere tanto cambio como dice”.

El proteccionismo que pregona Trump quiso dejar claro que la prioridad del nuevo presidente será realizar cambios a nivel interno. Sin embargo, para Zelizer, los cambios reales que se podrán ver y palpar en la nueva “era Trump” estarán fuera de las fronteras estadounidenses. “El potencial para un cambio grande en política exterior es inmenso”, dice el experto. Como ejemplo, el inicio de “romance” con el presidente ruso, Vladimir Putin, y el cambio de estrategia en el conflicto israelo-palestino.

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