Managua.— El ex guerrillero comunista José Daniel Ortega Saavedra, de 71 años, juró ayer por cuarta vez como presidente de Nicaragua y se garantizó la continuidad del poder bajo el control familiar con la asunción a la vicepresidencia de su esposa, la escritora Rosario María Murillo Zambrana, de 66 años, su sucesora inmediata y directa, en un acto convertido por la izquierda política de América Latina y el Caribe en una victoria tras los reveses sufridos en 2015 y en 2016 en Venezuela, Brasil, Argentina y Bolivia.

Ortega inició su tercer quinquenio consecutivo y su cuarto mandato (el primero fue de 1985 a 1990), pero ahora con Murillo en la vicepresidencia, formal y oficialmente convertida en la segunda al mando en este país.

Con esta ceremonia se cerró el itinerario político de las elecciones del 6 de noviembre de 2016, catalogadas por Estados Unidos como un “proceso viciado” de dudosa legitimidad y sin espacio democrático.

El evento tuvo lugar al aire libre, en la Plaza de la Revolución de esta capital; empezó en la tarde y concluyó en la noche, y contó con la presencia de los presidentes Nicolás Maduro, de Venezuela; Evo Morales, de Bolivia; Salvador Sánchez, de El Salvador, y Juan Orlando Hernández, de Honduras, e invitados de todo el mundo,

La prolongación de Ortega y Murillo en el poder —respaldados por el ex guerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ahora convertido en el partido en el gobierno— contrasta con las derrotas electorales que sufrió la izquierda continental en 2015 —del chavismo en Venezuela, en diciembre y del kirchnerismo en Argentina, en noviembre— y de Morales en febrero de 2016 en un referéndum sobre su reelección, así como la destitución definitiva de Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil en agosto pasado.

En su discurso, Murillo dio gracias a Dios y aseguró que los nicaragüenses derrotarán la pobreza “paso a paso”. Ortega, por su parte, se acercó al cardenal emérito nicaragüense, Miguel Obando y Bravo, para pedirle la bendición.

A su turno, el mandatario reafirmó su respeto al pluralismo, la economía mixta y el no alineamiento en política exterior, prometió luchar por la paz y el bienestar de los nicaragüenses.

Eludió referirse a que el Congreso de EU alista un menú bipartidista de sanciones económicas a su gobierno por falta de transparencia democrática.

Pugna. De acuerdo con la oposición, la reafirmación del tándem Ortega-Murillo en el poder busca construir una dictadura dinástica.

Las elecciones de noviembre de 2016 fueron consideradas “una farsa electoral”, que se saldó con un abstencionismo de más de 70% y sin participación de las principales fuerzas antigubernamentales.

Ayer, la oposición política nicaragüense recordó que la pareja controla los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y Municipal, y el Ejército y la Policía.

“Comienza formal y legalmente la nueva dinastía de Nicaragua”, advirtió Víctor Hugo Tinoco, ex diputado opositor y vicecanciller de 1979 a 1990.

“La dinastía está clarísima: el esposo es presidente, la esposa es vicepresidenta. Los hijos controlan los medios de comunicación y otras empresas y un subordinado de doña Rosario [Gustavo Porras] es presidente parlamentario. No hay que perderse, porque están garantizándose la sucesión dinástica y diciendo que no hay espacio para nadie que no se subordine a los intereses de la familia Ortega Murillo”, lamentó.

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