El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cerró ayer su gira de agradecimiento tras su victoria electoral en un estadio de Mobile, Alabama, donde el pasado verano se dio su primer baño de masas, pero poco antes nominó al congresista republicano Mick Mulvaney como director de la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) de la Casa Blanca.

“Aquí es donde todo comenzó”, recordó Trump, consciente de que el estadio Ladd-Peebles lo convirtió en ídolo de masas al candidato que entonces nadie daba como favorito.

En tanto, su equipo de transición dio a conocer la designación de Mulvaney, de 49 años, quien llegó al Congreso en 2010 aupado por el movimiento ultraconservador del Tea Party, y que hizo de la disciplina fiscal y la reducción del gasto su más importante mandamiento. El congresista es, además, uno de los fundadores del intransigente House Freedom Caucus, un grupo de republicanos del ala más conservadora que se oponen a todo aumento del gasto presupuestario.

Es considerado un conservador fiscal, es decir, partidario de la reducción del gasto del gobierno federal. “Vamos a hacer grandes cosas para el pueblo estadounidense con Mick Mulvaney dirigiendo la Oficina de Administración y de Presupuesto”, dijo Trump en un comunicado.

“Ahora mismo tenemos casi 20 mil millones de dólares en deuda, pero Mick es un líder de muy alta energía con profundas convicciones de cómo manejar en forma responsable las finanzas de nuestra nación y salvar a nuestro país de ahogarse en tinta roja”, indicó.

Mulvaney consideró “un honor” que el magnate lo haya elegido para el puesto y prometió que la administración Trump “restaurará la cordura presupuestaria y fiscal de nuevo en Washington”, después de ocho años de una agenda de “descontrol” del gasto presupuestario durante la administración de Barack Obama.

El puesto de la Oficina de Gestión de Presupuesto debe ser confirmado por el Senado, donde Mulvaney no cuenta con muchos aliados.

De ser avalado en el cargo, Mulvaney se encargará de diseñar la estrategia presupuestaria de la Casa Blanca y de convencer al Congreso de aprobar las cuentas y las prioridades de gasto, así como la política fiscal.

Entre sus labores estará diseñar un plan para revocar la reforma sanitaria aprobada en 2010, modificar importantes áreas del código impositivo y promover un complejo programa de infraestructuras prometido por el presidente electo.

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