Las Vegas.— Reza el dicho que todo lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, pero lo que suceda esta noche en el escenario de la Universidad de Nevada no sólo será visto por millones de personas, sino que puede ser clave para decidir el rumbo de Estados Unidos. En el paraíso de las apuestas, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton tienen la última opción de mostrar sus cartas, en el tercer cara a cara antes de que, en menos de 20 días, se celebren unas elecciones presidenciales trascendentales.

Ambos candidatos se enfrentan a la última prueba. Las Vegas se prevé como un todo o nada para Trump. El magnate va a la baja en las encuestas y ahora se ha centrado en un mensaje: las elecciones están amañadas y habrá fraude.

Por eso, el presidente Barack Obama salió ayer a pedirle que dejara de “quejarse”, al tiempo que calificó de “irresponsables” sus declaraciones para descalificar el proceso electoral.

“Invito al señor Trump a dejar de lloriquear y usar argumentos para ganar las elecciones”, dijo el mandatario.

Sin embargo, Trump sigue culpando a los demás, especialmente a un complot internacional liderado por Clinton y los medios de comunicación, de un fraude que le llevará a una derrota que todavía no ha sucedido.

Lo cierto es que los escándalos han hecho que la brecha entre él y el potencial electorado se amplíe cada vez más, y da la sensación que su proyección de votantes, a los que su mensaje ha inoculado con facilidad, ha tocado techo. Ante su incapacidad de modificar su estrategia para atraer más votantes, la única opción que ha encontrado es la teoría de la conspiración. Al republicano le quedan pocas fichas para apostar en la ruleta electoral. “Trump realmente sólo puede rehabilitar su campaña mostrando un cambio real, algo que no mostró en el segundo debate”, explicó a EL UNIVERSAL Tammy Vigil, politóloga de la Boston University. No parece que vaya a cambiar, porque de nuevo se ha negado a preparar el encuentro.

Hillary Clinton, por su parte, llega a la contienda con una ventaja cómoda en las encuestas, de casi 7 puntos según la media que realiza Real Clear Politics. Pero el debate de hoy en Las Vegas es un arma de doble filo para la ex secretaria de Estado, con mucho que perder y poco que ganar.

Cualquier tropiezo puede malbaratar todo lo realizado hasta ahora y la aparición esta semana de más correos electrónicos filtrados por WikiLeaks será una carga para la que se debe preparar, porque el moderador, Chris Wallace, pertenece a la conservadora Fox News y es más que probable que pegue al talón de Aquiles de la demócrata.

La migración a escena. Uno de los focos de atención será que, por primera vez, uno de los seis bloques estará dedicado a la inmigración. Tras meses discutiendo sobre el “muro” en la frontera con México, las deportaciones masivas, las reformas migratorias y los exámenes extremos para entrar en EU, el debate de Las Vegas será el primero que tiene en el programa abordar este asunto.

Otra cosa es que se llegue a profundizar: los dos encuentros anteriores han pecado de falta de contenido y debate real. “Será la última vez en la que podremos escuchar a los candidatos hablar de los temas [para el futuro de EU]”, recordó el congresista demócrata Xavier Becerra en una llamada telefónica con periodistas.

Ayer coincidió con el último día de registro de votantes en Nevada, considerado un estado bisagra, los que en cada elección están en juego.

La entidad es, cada vez más, el reflejo del país: más urbano y con más pujanza de la población latina. Organizaciones hispanas están organizando protestas para hoy delante de la Torre Trump de Las Vegas, construyendo un muro con carritos de tacos.

Por la noche, en la fiesta organizada por el Partido Demócrata después del debate estarán Los Tigres del Norte y Vicente Fernández.

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