Washington.— Pasan los días y las encuestas son peores para el candidato republicano a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Donald Trump. En ese contexto, el magnate apuesta a una nueva estrategia: la repetición hasta la saciedad que el sistema electoral está “podrido”, “amañado” y “arreglado” en su contra.

Trump anima el fantasma del fraude electoral que —asegura— busca robarle la Casa Blanca. “Está claro que se ha puesto en marcha un gran fraude en el voto antes y durante las elecciones. ¿Por qué los líderes republicanos niegan lo que ocurre? ¡Qué ingenuos!”, tuiteó ayer el republicano.

Un aviso a navegantes: no sólo pone en duda el sistema, sino que también es un ataque a los líderes del Partido Republicano que defienden la legitimidad de los comicios.

En esa corriente se incluyen no sólo el líder conservador de más alto rango del país, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, también está el compañero de fórmula de Trump, Mike Pence, quien el fin de semana reiteró su confianza en el sistema y la aceptación del resultado de las elecciones.

A pesar de que Trump dice tener pruebas y cifras, todos los estudios juegan en su contra. Una investigación del diario Washington Post de 2014 reveló que en todas las votaciones entre el año 2000 y 2014, en las que se contabilizaron más de mil millones de votos, solo hubo 31 casos de suplantación de identidad.

Según el Brennan Center for Justice, un organismo dependiente de la facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York que dedica parte de sus estudios a los procesos electorales, el índice de incidentes en elecciones está en el rango de 0.00004% y 0.0009%.

Sin embargo, el mensaje de Trump empieza a penetrar en las mentes de sus seguidores. Un sondeo de Político determinó que 41% de los estadounidenses cree que puede haber fraude electoral en el país, una cifra inflada por el número de republicanos que no confía en el sistema: 73% de ellos duda del sistema de votación.

Contra los medios. El magnate también ha denunciado una supuesta coordinación entre medios y la campaña de su rival, Hillary Clinton, para hacerle perder las elecciones.

“Los medios de comunicación son una extensión de la Fundación Clinton”, dijo ayer en un mitin en Wisconsin. “Se dedican a envenenar las mentes de los votantes”, añadió.

En este contexto, mañana se celebrará el tercer y último debate entre Trump y Clinton. En el ambiente se mantiene todavía el escándalo por el video en el que insulta a las mujeres, que no termina de desaparecer.

Ayer, su —tercera— esposa, Melania, dio entrevistas a la televisión en las que declaró que su Trump fue “incitado” a utilizar un lenguaje lascivo.

“Mi esposo es un caballero. Apoya a todas las mujeres”, dijo al periodista Anderson Cooper en CNN.

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