Durante su desayuno del lunes 7 de septiembre de 2015, tras ganar un día antes la primera ronda de los comicios presidenciales de Guatemala y emerger como favorito para triunfar el 25 de octubre en la segunda, el cómico Jimmy Morales Cabrera dijo en una entrevista con EL UNIVERSAL, entre café y tostadas, que la fama de un payaso es de honrado y la de un político es “de corrupto y ladrón”.

El cómico que mutó a político asumió el 14 de enero anterior con una promesa: atacar “el dinosaurio” de la corrupción”. Pero ocho meses después, su hijo, José Manuel Morales Marroquín, y su hermano, Samuel Everardo Morales Cabrera, están implicados en un escándalo por otro desayuno, esta vez para 564 personas y que jamás se sirvió pero sí se cobró.

Un juzgado de Guatemala emitió antenoche un impedimento de salida del país para ambos. El Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que tiene aval de la Organización de Naciones Unidas, les liga con el caso “El Estado como botín: Registro General de la Propiedad (RGP)”, en el que 22 de los 27 implicados están presos.

En una batida anticorrupción en 2015, CICIG y MP llevaron las acusaciones a las puertas del entonces presidente Otto Pérez Molina y lo obligaron a dimitir en septiembre de ese año; desde entonces está preso. Con la crisis, Morales emergió en la lucha electoral como el candidato de ruptura con la clase política tradicional.

Según información oficial del nuevo escándalo, el subjefe de compras del RGP, Ariel García, contactó en noviembre de 2013 a una mujer, casada con el guatemalteco Mario Orellana y dedicada a vender perfumes a empleados del Registro, para que suministrara canastas navideñas a esa institución en unos 11 mil 500 dólares.

Cuando García le pidió una factura, Orellana solicitó ayuda a José Manuel Morales porque en ese entonces era novio de su hija. José Manuel contactó a Samuel Everardo Morales, quien buscó una factura de un restaurante de la capital guatemalteca. El restaurante extendió la factura, descontó impuestos y en vez de canastas registró desayunos para 564 invitados. Las canastas nunca fueron entregadas ni elaboradas porque el desayuno jamás se realizó pero el dinero sí fue pagado por RGP al restaurante, que luego giró un cheque a Orellana por unos 10 mil dólares.

El tío admitió en Prensa Libre, principal diario de Guatemala, que gestionó la factura como “un favor” a su sobrino. Enfrentado al caso, el presidente prometió el pasado martes en un mensaje al país que jamás interferirá en la indagación a sus familiares.

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