Miles de brasileños acudieron ayer al llamado realizado por distintos grupos sociales, que en los últimos días organizaron concentraciones en más de 100 ciudades del país, para exigir la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.

Al grito de “fuera Dilma”, ciudadanos recorrieron algunos de los puntos más emblemáticos del país.

Datafolha dijo que 40 mil personas se congregaron en Sao Paulo. En otras partes del país, desde la ciudad amazónica de Belén a localidades pequeñas, la concurrencia fue menor. En la capital, Brasilia, cinco mil personas, según estimaciones de la Policía, se manifestaron.

Pese a que los actos de protesta habían sido convocados por grupos sociales ajenos a partidos políticos, como Vem pra Rua o Movimento Brasil Livre, figuras de este ámbito, como el diputado Jair Bolsonaro, también se acercaron para exigir el final del mandato de Rousseff.

En la capital fluminense diversos seguidores del PT, que habían acudido a apoyar al gobierno, confrontaron a los manifestantes; sin embargo, oficiales evitaron que se produjera un altercado en la zona.

En Sao Paulo dos grandes muñecos inflables, que parodiaban a una Rousseff enmascarada y al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva vestido de presidiario, hicieron las delicias de los manifestantes, que en este caso, según datos de los grupos convocantes, se contaban por decenas de miles. Las protestas no contaron con el masivo apoyo de las que se produjeron en abril y agosto.

Los grupos organizadores achacaron esta escasa asistencia a la falta de tiempo a la hora de convocar a los ciudadanos, pero consideraron que los actos servirán para calentar motores de cara a las protestas de enero. La movilización a gran escala podría aumentar la presión sobre los legisladores para votar por una acusación contra la mandataria.

El presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, abrió un proceso de juicio político contra Rousseff el 2 de diciembre, coincidiendo en que el Congreso debería considerar las acusaciones de la oposición de que Rousseff violó las leyes de presupuesto para aumentar el gasto durante su campaña de reelección en 2014.

Si una comisión parlamentaria decide llevar a cabo un juicio político contra la mandataria, el proceso se votará en una sesión plenaria de la Cámara.

Durante el juicio, Rousseff sería suspendida y reemplazada por el vicepresidente Michel Temer. El Supremo Tribunal Federal de Brasil (STF) suspendió los procedimientos de impugnación contra Rousseff hasta que revise una votación secreta por la que una comisión del Congreso que investiga a la mandataria quedó conformada principalmente por opositores.

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