El Papa Francisco visitó hoy el Instituto Correccional “Curran-Fromhold” de Filadelfia, donde aseguró que comparte el momento doloroso que viven los presos y lamentó la falta de oportunidades en el sistema judicial para la reinserción social.

“Una sociedad, una familia que no sabe sufrir los dolores de sus hijos, que no los toma con seriedad, que los naturaliza y los asume como normales y esperables, es una sociedad que está condenada a quedar presa de sí misma, presa de todo lo que la hace sufrir”, advirtió.

Tras su encuentro con obispos de diversos países, en el seminEario San Carlos Borromeo, el Papa abordó un helicóptero con destino a la cárcel ubicada a 27 kilómetros de esta ciudad y que tiene unos dos mil 797 detenidos.

Recibido por las autoridades de la prisión, fue acompañado hasta el gimnasio donde ya lo esperaban unos 100 detenidos, todos vestidos con camisas celestes. Algunos de ellos participaron en la construcción de la silla de madera que usó el pontífice para la reunión.

Al tomar la palabra, hablando en español, Bergoglio confesó haber llegado a la cárcel “como pastor pero sobre todo como hermano”, para compartir con los presos su situación y hacerla suya, además de rezarle a Dios todos juntos para compartir con él lo que les duele.

Aseguró que Jesús busca a todos porque quiere “sanar las heridas”, “curar las llagas” y “limpiar el polvo” sin preguntar “por donde anduvo” cada quien o qué estuvieron haciendo.

Afirmó que Cristo nos quiere ayudar a recomponer nuestro andar, reemprender nuestro caminar, recuperar nuestra esperanza, restituirnos la fe y la confianza.

E insistió que quiere que todos vuelvan a la vida, sintiendo que tienen una misión y que este tiempo de reclusión no ha sido nunca un sinónimo de expulsión.

“Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades”, constató.

“Es doloroso constatar cuando se cree que sólo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados, no asumiendo que su cansancio y su dolor, sus heridas, son también el cansancio y el dolor, las heridas, de una sociedad”, añadió.

Insistió que el momento de la cárcel sólo puede tener una finalidad: tender la mano para la reinserción social, una reinserción de la que todos forman parte, a la que todos estan invitados a estimular, acompañar y generar.

Aclaró que debe ser una reinserción buscada y deseada por todos: reclusos, familias, funcionarios, políticas sociales y educativas. Una reinserción que beneficia y levanta la moral de toda la comunidad.

El líder católico llamó a tener “los ojos de Jesús”, que no se escandalizan por el pasado, sino que buscan limpiar y sanar, para trabajar en la generación de nuevas oportunidades para los internos, para sus familias, para los funcionarios y para toda la sociedad.

“Quiero animarlos a tener esta actitud entre ustedes, con todas las personas que de alguna manera forman parte de este Instituto. Sean forjadores de oportunidades, sean forjadores de camino, de nuevos senderos. Todos tenemos algo de lo que ser limpiados, purificados”, ponderó.

cfe

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