Filadelfia.— En un mensaje que apeló al pasado de Estados Unidos como una nación edificada sobre los hombros de inmigrantes, el papa Francisco alzó ayer su voz para pedir a la comunidad migrante “no desanimarse y no avergonzarse” de sus tradiciones y su cultura y luchar por convertirse en “ciudadanos responsables” que sean capaces de “renovar desde dentro” a la nación.

Desde la explanada del Independence Hall, el lugar que marcó el nacimiento de EU como nación hace más de dos siglos, Francisco volvió a dirigir su mirada y su voz a los que no tienen voz para animarles a superar los retos y las dificultades que enfrentan en un entorno atizado por la voz de los extremistas y los racistas.

“A muchos de ustedes que han emigrado a este país los saludo con mucho afecto. Sé que lo han hecho con un gran costo personal pero con la esperanza de construir una nueva vida. No se desanimen por las dificultades que tengan que afrontar”, dijo en el encuentro para promover la libertad religiosa.

“Les pido que no olviden que, al igual que los que llegaron antes, ustedes traen muchos dones a esta nación. Por favor, no se avergüencen nunca de sus tradiciones. No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana”, agregó. “Repito. No se avergüencen de aquello que es parte esencial de ustedes…”.

Con el semblante emocionado, miles de inmigrantes que le escuchaban le aplaudían y se abrazaban entre sí. La capacidad del Pontífice para entrar en sintonía con los inmigrantes se dejó ver en forma de llantos espontáneos, de besos lanzados hacia su imagen deslumbrante que se alzaba sobre la multitud.

En un intento por reafirmar el derecho de los inmigrantes, el Sumo Pontífice echó mano de la historia fundacional de esta nación. Recordó cómo la redacción de la Constitución consagró el derecho de los ciudadanos de este país a la igualdad y a la libertad.

“En esta ciudad fueron proclamadas las libertades que definen a este país. La declaración de independencia establece que todos los hombres y mujeres son iguales. Que están dotados por su creador de ciertos derechos inalienables. Y que los gobiernos existen para proteger y defender esos derechos. Estas palabras siguen resonando e inspirándonos hoy”, aseguró el Papa en un mensaje que rebuscó en el pasado de esta nación para recordar que a pesar de estos principios fundacionales, la defensa de las libertades y de los derechos a la igualdad siguen siendo una asignatura pendiente, particularmente en el caso de los inmigrantes.

“La historia también demuestra que estas y otras verdades deben ser constantemente reafirmadas. Nuevamente asimiladas y defendidas. La historia de esta nación es también la historia de un esfuerzo con sangre que dura hasta nuestros días para defender esos elevados principios en la vida social y política”, dijo el Papa en alusión a la historia inacabada de los derechos civiles que hoy afecta a más de 11 millones de personas que viven en las sombras.

La intervención del Sumo Pontífice se convirtió, además, en una encendida defensa a favor de la libertad religiosa y en contra de un proceso de globalización que busca la uniformidad de todos. “En un mundo de tiranía moderna algunos tratan de suprimir la libertad religiosa o reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública. O intentan usar la religión como pretexto para el odio y la brutalidad.

“La tendencia a globalizarnos es buena. Nos une”, aclaró el jerarca. “Lo que puede ser malo es el modo de hacerlo. Si una globalización pretende igualar a todos como si fuera una esfera, esa globalización destruye la riqueza y la particularidad de cada persona y de cada pueblo”.

Luego, el Papa se trasladó hasta el Parque Benjamin Franklin para participar en un encuentro festivo, con la presencia de artistas como Andrea Bocelli y el cantautor colombiano Juanes. Hoy visitará a los presos de la cárcel de Curran-Fromhold y clausurará el Encuentro Mundial de las Familias. Por la noche volará de regreso a Roma.

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