Invitados tan diferentes como el precandidato presidencial Ben Carson y líderes de grupos de defensa de los inmigrantes escucharon hoy el primer discurso de un papa ante el pleno del Congreso estadounidense, reunido en sesión conjunta.

El papa Francisco fue invitado por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, de confesión católica, como el 31 % de sus compañeros del legislativo, un porcentaje superior al 22 % de católicos de la sociedad estadounidense.

Como presidente de la Cámara de Representantes, Boehner pudo llevar a cuatro invitados, mientras el resto de legisladores contó con solo una invitación.

Ente los invitados a la sesión con el papa estuvo el neurocirujano retirado Ben Carson, católico y uno de los aspirantes más populares para lograr la candidatura presidencial republicana, por la que compite, entre otros, con el magnate inmobiliario Donald Trump.

Carson, que fue invitado por un legislador, levantó una polémica esta semana con unos comentarios en un programa televisivo acerca de que rechazaría tener a un musulmán como presidente de Estados Unidos.

En el otro lado de la bancada -y del espectro político y social- se sentó la presidenta del Sindicato Internacional de Empleados de Servicio (SEIU, por sus siglas en inglés), Mary Kay Henry, férrea defensora de un aumento del salario mínimo, que fue invitada por la líder de la minoría demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi.

Varios líderes comunitarios dedicados a ayudar a los inmigrantes indocumentados también encontraron su lugar en la concurrida bancada del Congreso gracias a la invitación de legisladores demócratas como Juan Vargas (California) o Luis Gutiérrez (Illinois), uno de los rostros más visibles en la lucha por una reforma migratoria.

Monseñor Richard Duncanson, pastor de la Misión de San Diego de Alcalá, en la ciudad de San Diego (California), fue el invitado de honor de Vargas para quien, por razones de fe, el discurso del papa tiene una importancia especial.

Cuando era joven, el congresista hispano ingresó en la orden jesuita, a la que pertenece el papa, trabajó durante años con comunidades desfavorecidas de California y llegó a viajar a El Salvador para prestar auxilio a niños huérfanos del país centroamericano, según su oficina.

Para mostrar de una forma más evidente su aprecio al pontífice, la presidenta del Caucus Hispano del Congreso, Linda Sánchez, se vistió para la sesión de amarillo y blanco, los colores de la bandera del Vaticano.

"Es como si estuviera apoyando a un equipo de la Universidad. Soy 100 % del equipo de Francisco", destacó Sánchez en un comunicado difundido por su oficina.

Mientras el papa daba su histórico discurso ante el Congreso de Estados Unidos, en el exterior, miles de personas esperaban a que saliese al balcón del edificio.

Entre los invitados, en el exterior figuraban algunas de las mujeres que peregrinaron cien millas para pedir al papa Francisco que "toque el corazón" de los congresistas, encargados de decidir sobre una reforma migratoria para regularizar a los inmigrantes indocumentados.

A la sesión conjunta del Congreso asistieron, además, el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, de confesión católica, y el vicepresidente, Joe Biden, también católico, en calidad de presidente del Senado y que se sentó detrás del papa junto a Boehner.

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