El último libro de Tomás Straka, La República fragmentada, podría dar título al momento que desde hace algunos años vive Venezuela. Historiador e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, Straka dice en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL que para el presidente Nicolás Maduro y el chavismo “es más fácil castigar” a Colombia que a Estados Unidos y que desde el acuerdo entre Washington y La Habana, el gobierno quedó en una posición incómoda y advierte que la condena a Leopoldo López “puede agravar aún más el panorama político”.

La crisis en Venezuela no parece terminar.

—No sabemos aún en qué momento la crisis tendrá un desenlace. Sí vemos que estamos pasando por una etapa de agudización. Se fue agravando en los últimos 12 meses y esa parece ser la tendencia.

La revolución bolivariana perdió dos de sus activos más importantes y ahí, me parece, radican las principales razones para ese agravamiento. En primer lugar, la revolución perdió el liderazgo de Hugo Chávez, que representaba, en sí mismo, la fortaleza de la revolución. Y en segundo lugar, la caída de los precios del petróleo le hicieron perder la capacidad para inyectarle fondos a una economía que hace rato falla en su estrategia.

¿Por qué cada vez que los problemas internos de Venezuela se agravan se trasponen las fronteras y de inmediato se transforma en un problema internacional?

—El chavismo siempre tuvo mucha repercusión fuera del país. No sólo porque desde la retórica siempre se hace hincapié en que los males del país siempre llegan de afuera. Chávez siempre se ocupó de lo internacional y tuvo gran repercusión. Muchas veces planteando críticas antiimperialistas que le ganaron la atención y la adhesión del progresismo en el mundo y, dentro del país, se presentaba como el defensor de la patria atacada. Esto, en mayor o menor medida, lo continúa Maduro.

Pero no es la primera vez en la era del chavismo que se eleva la tensión con Colombia.

—Venezuela ha tenido una relación muy estrecha con Colombia, a pesar de los momentos de relaciones tensas. En Venezuela viven más de 5 millones de colombianos, de los cuales la mitad llegó en los últimos años. También en los últimos años aumentó la migración de venezolanos hacia Colombia. Después, los problemas económicos, la desindustrialización de Venezuela, la presión sobre el sector privado y el mal manejo de las empresas nacionalizadas hicieron que Colombia se convirtiera en el principal exportador a Venezuela. Tampoco faltaron los problemas, principalmente entre Chávez y (Álvaro) Uribe, que eran dos líderes que tenían visiones contrapuestas, principalmente, sobre la guerra en Colombia, pero se necesitaban mutuamente.

Existe la sensación de que cada vez que el gobierno tiene un problema doméstico se desata una escalada con Colombia. ¿Cuál es su percepción al respecto?

—Sí. En efecto, eso viene pasando. Colombia es una suerte de “enemigo” más inmediato, por todo lo que decíamos anteriormente y porque es más fácil descargarse con Colombia que hacerlo con otro país.

Por ejemplo, Estados Unidos…

—Por ejemplo. Mucho más después del acuerdo entre Cuba y EU.

¿Usted cree que el gobierno venezolano quedó descolocado tras ese acercamiento?

—Quedó en una posición incómoda. Para el gobierno, Cuba era ese pequeño y heroico país que se enfrentaba al imperio. Ahora llega a un acuerdo histórico con el Gran Satán. Entonces, observamos que en los últimos meses el gobierno cesó en sus ataques a Estados Unidos.

¿Cómo ve el rol de la oposición?

—Existe un sector amplio de venezolanos que observan a la oposición con serios problemas desde el intento de golpe de 2002. Últimamente parece haberse modificado.

La oposición pudo articularse en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y, a pesar de las visiones contrapuestas, encontró una base de acuerdos para los principales problemas del país. Las últimas encuestas dan cuenta que hay un 20% más de venezolanos dispuestos a votar por la oposición en las próximas elecciones.

Algunas voces señalan que la escalada en la frontera obedece a la intención de instaurar un estado de excepción en el país para suspender las elecciones.

—Es uno de los temores que tenemos. Que se escale la tensión hasta que se construya ese escenario y suspender los comicios (de diciembre).

La revolución bolivariana tiene un piso de 20 % de la población que la sigue apoyando. Es el núcleo duro de sus votantes. Hay sectores corporativos que se han beneficiado en estos años que también apoyarán al gobierno. Con ese porcentaje y con el control del petróleo todavía tendría margen de acción.

Cuando se revisa la historia venezolana, se observa que cada vez que un líder político es condenado y encerrado en prisión, luego termina siendo presidente. ¿Será el destino de Leopoldo López?

—Si vemos las encuestas que lo muestran como el político más popular en la actualidad, podría enmarcarse en eso, pero la conducta del gobierno de reeditar acciones políticas le puede terminar saliendo muy cara.

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