Maracaibo

Con un embarazo avanzado, Hilda Angarita tuvo que recorrer cinco farmacias en la sofocante ciudad de Maracaibo, en el oeste de Venezuela, para encontrar finalmente los parches que iba a necesitar después de la cesárea.

“Mañana voy a parir y estoy en la calle. Quiero llegar a mi casa”, dijo la profesora de 37 años, que en los últimos nueve meses se ocupó de buscar vitaminas, pastillas de calcio, pañales y otras medicinas indispensables para su bebé, intentando luchar contra la tenaz escasez de bienes básicos que sufre Venezuela. Un estricto control cambiario y de precios vigente desde hace más de una década empeoró la falta intermitente de alimentos y medicinas, según analistas, lo que alteró la vida diaria de los venezolanos, y también la de los que están por nacer.

La escasez se agrava en ciudades como Maracaibo, cerca de la frontera con Colombia, por el contrabando de la mercancía, que se revende a mejor precio en el país vecino. En esas zonas fronterizas ya es costumbre que las mujeres embarazadas salgan de casa al amanecer para invertir su tiempo en hacer largas colas y poder acumular pañales y otras medicinas básicas antes de que nazca el bebe. “Todo es una traba”, dice Angarita, que ahora lamenta haber votado al fallecido Hugo Chávez.

La escasez de insumos en el sector de salud también incrementó el riesgo de mayores complicaciones durante el embarazo en el país, según alertan médicos y grupos de derechos humanos. “Maternidades y unidades pediátricas presentan hacinamiento, no hay suficientes incubadoras, falta el agua y son normales los cortes de luz. Hay equipos dañados y no hay insumos quirúrgicos ni funcionan los bancos de sangre”, apuntó un informe conjunto de las organizaciones locales Codevida y Provea, en mayo. El deterioro de los hospitales obliga al personal médico a rechazar pacientes por la falta de insumos y medicinas básicas como antibióticos, un problema que se sumó a un éxodo de profesionales de la salud que abandonan Venezuela en medio de la crisis económica y la inseguridad.

Durante sus 14 años en el poder, Chávez invirtió parte de la bonanza petrolera en organizar miles de centros de salud gratuitos en barrios pobres del país, en su mayoría atendidos por médicos cubanos, y promover programas de cuidado a las madres embarazadas, como la Misión Niño Jesús. La mortalidad infantil en Venezuela en chicos menores de un año se redujo, según datos del Banco Mundial, a 12.9 muertes por cada 1000 nacidos en 2013 desde las 19.6 muertes de 1998, año en que Chávez ganó sus primeras elecciones.

Pero desde que aumentó la falta de productos básicos el año pasado, muchos indicadores oficiales dejaron de difundirse. Las últimas cifras disponibles del Ministerio de Salud muestran un incremento de la mortalidad infantil de 2.35% de enero a octubre del año pasado en comparación con el mismo periodo de 2013.

El sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, culpa a los empresarios de acumular medicamentos y productos para incrementar el descontento contra su gobierno.

“La crisis está peor cada día, porque cada día hay más desabastecimiento”, dijo una obstetra en un centro de maternidad en Maracaibo. Siete de cada 10 medicamentos no están disponibles en el país, estima la Federación Farmacéutica de Venezuela. Las vacunas contra la varicela escasean y es intermitente el abastecimiento de las que protegen a los chicos de enfermedades como polio y hepatitis, según la Sociedad de Puericultura y Pediatría de Venezuela. La Nación

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