Jerusalén.— Jonathan Peled (53), el nuevo embajador de Israel en México, viajó ayer de su país a su nuevo destino, con gran expectativa. En sus 23 años en la cancillería israelí ha desempeñado varios cargos, pero de sus palabras en entrevista con EL UNIVERSAL se capta una especial emoción por su nuevo puesto al frente de la embajada en México, tanto por el desafío político y económico como por su amor por la cultura mexicana.

Peled ha sido embajador en El Salvador, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la embajada israelí en Washington. Ha ocupado cargos diplomáticos en Turquía y Argentina y también fue asistente político del entonces canciller Shimon Peres, por lo que participó en las negociaciones de paz posteriores a los acuerdos de Oslo. Hasta ahora se desempeñaba como Director de Asuntos Económicos en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Nació en Jerusalén, aunque creció en el Kibutz Neot Mordejai en la alta Galilea. A México llega solo. Sus tres hijos quedan en Israel.

Pocos días antes de partir a México concedió una entrevista a este diario, de la que presentamos un resumen:

¿Con qué espíritu emprende usted esta nueva misión de embajador en México?

—Con mucha emoción y expectativa. Es un gran desafío para mí en lo personal y profesional. Las relaciones con México son excelentes y yo buscaré profundizar aún más los lazos entre ambos países y ambos pueblos.

Cada destino, seguramente, tiene algo especial. ¿Qué significado singular tiene México para usted?

—México quizás es el puesto más alto que un diplomático israelí puede tener hoy en día en América Latina. Es la embajada quizás más grande, al lado de la de Brasil, y con la relación bilateral más estrecha. Pero también me resulta algo especial, porque estoy acompañando a México (desde hace) varios años en mi cargo actual, al frente del tema económico. Además acompañé a fin de 2013 al entonces presidente del Estado, Shimon Peres, en su visita oficial.

También participamos en la Feria del Libro en Guadalajara en la que Israel fue país invitado y creo que ahora es realmente el punto más alto, en cierta manera, de mi carrera profesional, diplomática y económica en América Latina.

Además, por su cargo como Director de Asuntos Económicas, usted ha estado muy en contacto con México. ¿No es así?

—Exactamente, especialmente por la Alianza del Pacífico. He tenido el honor de acompañar y liderar por el lado israelí, al ser un país observador en la misma, en la que México es la nación más prominente. Se combinan aquí varios factores, políticos, culturales y económicos, que elevan este puesto, al menos a mi entender, a un alto nivel, y que a mí me provoca mucha emoción.

¿Haber liderado los temas económicos determinará que usted ponga énfasis en eso?

—Sin duda un enfoque principal de mi parte será el económico. Todavía no hemos agotado todo el potencial que existe entre Israel y México. Tenemos un comercio de más o menos 750 millones de dólares y creo que se puede incrementar mucho más.
La balanza está en favor de Israel pero queremos importar más de México y consideramos que México sin duda puede pasar a ser el tercer país comerciante con Israel en el continente americano después de Estados Unidos y Brasil, y quizás podría pasar a Brasil.

Hay mucho para desarrollar en inversiones, turismo, cooperación tecnológica, innovación y desarrollo y muchos ámbitos que aún no hemos descubierto.

¿Y a nivel político? Después que Peres visitó México, se extendió una invitación al Presidente Peña Nieto a visitar Israel.

—En efecto, estamos esperando la visita del Presidente de México a Israel y otras visitas de alto rango entre ambos países.
También el primer ministro Benjamin Netanyahu ha expresado su deseo de viajar a México. No hay todavía fechas, pero eso está en los planes. El abanico es enorme y vengo a trabajar, empujar y contribuir a esta relación tan linda.

En Israel se siente a veces que no se comprende en el exterior la situación del país. ¿Qué quisiera usted contar al pueblo mexicano?

—Creo que México, en muchos sentidos, enfrenta desafíos similares a Israel. El mensaje tendría que ser que Israel hoy en día enfrenta problemas de terrorismo, de ataques en sus fronteras, que es un país que está luchando por la paz, por la coexistencia con nuestros vecinos, pero que a pesar de los dificultades y problemas, que los hay, somos un país democrático y muy innovador , emprendedor. Y que tenemos muchos deseos de estrechar más los lazos con México y con otros países amigos.
No hay alternativa a venir personalmente a ver la vida del día a día en Israel.

¿Cree que al venir personalmente se ve otra cosa que de afuera no se capta?

—La gente siempre se sorprende de que acá hay una vida muy normal, con sus complicaciones y sus dificultades, pero al final luchando por mejorar la calidad de vida no solamente de los israelíes, sino también de nuestros vecinos y la región.
Esto es algo que a veces no se refleja en la prensa y en la opinión pública mexicana. Trataré de contribuir con mi punto de vista, invitar a periodistas y otra gente a venir a visitar Israel para comprender la realidad de cómo es que estamos viviendo en esta vecindad tan difícil y problemática que tenemos hoy en día.

¿Y qué espera usted de su misión diplomática en México?

—Le diré que vengo a México creo bastante joven aún en mi carrera diplomática, con mucha energía, con gran afinidad a la cultura mexicana. Me encanta la arqueología, la cultura, la literatura mexicana. Estoy leyendo todo lo que puedo.

Quiero explorar México. No sólo conocer a la gente, sino los sitios de los que todos hemos leído o visto por televisión, realmente acercarme lo más posible a México, no solamente a los líderes económicos y políticos sino a la gente, viajar lo máximo que pueda, leer lo que pueda. Me encanta el deporte, así que también, si puedo con la altura del DF, hacer un poco de deporte, y convertir a México en mi segundo hogar. Así vengo, esta es mi expectativa, convertir a México en mi segunda casa, en mi segundo hogar.

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