Atenas/Bruselas.— El  primer ministro griego, Alexis Tsipras,  regresó ayer a Atenas para tratar de “vender” al pueblo y al Parlamento griegos el acuerdo que alcanzó con sus acreedores europeos, en el que promete nuevas y duras medidas de austeridad para evitar una salida del euro.

El acuerdo requiere que Atenas, ya  golpeada por duras reformas y un declive económico, recorte aún más gastos a cambio de más préstamos, sin los que su sistema financiero colapsaría con certeza.

El pacto  necesitará la aprobación del Parlamento griego a más tardar para el miércoles, y será el tercer rescate del país en cinco años.  Pero a cambio,  Tsipras ha accedido a someter futuras iniciativas de ley a la revisión de los acreedores, lo que varios medios europeos han calificado de “humillante”.

A Grecia se le exige, además de la privatización de activos estatales, una reforma administrativa, recorte de pensiones, simplificar tasas de IVA y el establecimiento de un fondo de privatizaciones por 50 mil millones de dólares, con sede en Atenas. Hasta 25 mmdd de lo que genere el fondo serán para amortizar  la recapitalización de los bancos y otros activos. Otros 12.5 mmdd se usarán para reducir tasa de endeudamiento en relación con el PIB y  los  12.5 mmdd restantes irán destinados a inversiones directas en la economía griega.

El Eurogrupo estima que Grecia necesitará en total entre 82 mil y 86 mil millones de euros los próximos tres años, señaló por su parte la canciller alemana, Angela Merkel.

Para conseguir un acuerdo, Tsipras tuvo que superar la profunda desconfianza de muchos de sus socios en la eurozona. Apenas una semana antes, el premier había instado a los griegos a votar en un referéndum para rechazar muchas de las medidas que terminó aceptando el lunes,  en un acuerdo que le obligó a renegar de muchas de sus promesas electorales.

De acuerdo con El País,  la revista alemana Der Spiegel  calificó el acuerdo como un “catálogo de atrocidades”.

Tras hipotecar de esta forma buena parte de su capital político, Tsipras  enfrenta ahora la difícil tarea de lograr que el Parlamento apruebe  el pacto y algunos medios hablaban de una inminente crisis política.

El jefe de gobierno tiene el apoyo político necesario para lograr la aprobación del acuerdo, pero enfrenta una situación conflictiva en su coalición.

Por lo pronto, el primer ministro se reunió ayer por  la tarde con el líder de Griegos Independientes, su socio de gobierno, Panos Kamenos. Antes, el secretario de Defensa ya había manifestado en Twitter su oposición al acuerdo con la eurozona, por lo que se prevé que sus diputados, que daban mayoría parlamentaria a Syriza, voten en contra.

Griegos Independientes ya ha fijado una reunión de su grupo parlamentario y de su comité ejecutivo para hoy, con el objetivo de debatir el acuerdo.

Mientras el ministro de Energía y portavoz de la plataforma radical de Syriza, Panayotis Lafazanis, y el ministro adjunto de Seguridad Social, Dimitris Stratulis, rechazaron el acuerdo,   el portavoz parlamentario del partido, Nikos Filis, abogó por aprobarlo con el apoyo de los diputados de Syriza.

Por su parte, el ministro de Trabajo, Panos Skurletis, dijo que habrá elecciones anticipadas  en el otoño y que hasta entonces o habrá un gobierno de coalición o se buscarán apoyos puntuales de la oposición para poder aplicar las reformas acordadas con la eurozona.

“Conseguimos evitar las medidas más extremas”, dijo un sereno Tsipras ayer al anunciar el acuerdo en Bruselas. “Grecia peleará para volver al crecimiento y reclamar su soberanía perdida”. El mandatario heleno cree que consiguió lo mejor para su país dentro de lo que era posible. “Hemos librado una batalla justa”, dijo Tsipras, que subrayó que el acuerdo mantiene al país en la UE.

“Las medidas inevitablemente generarán tendencias recesionistas, pero el paquete de crecimiento, la reestructuración de la deuda y la financiación asegurada para los próximos tres años” significan que el Grexit es pasado, agregó.

Cientos de empleados públicos griegos se manifestaron anoche frente al Parlamento en Atenas para rechazar el pacto.  “No más austeridad”, era la consigna de los trabajadores, a los que se unieron también miembros de un partido de izquierda sin representación parlamentaria.  Aunado a esto, el sindicato de empleados públicos (ADEDY) convocó una huelga nacional para el  miércoles, en el que será primer paro durante el  gobierno de Tsipras.

Fuentes bancarias griegas indicaron que  el feriado en los bancos se extenderá por dos días más.

El acuerdo se logró ayer, tras 17 horas de negociaciones, con la canciller alemana, Angela Merkel, representando la línea más dura de la eurozona, y el presidente francés, Francois Hollande, tratando de encontrar un equilibrio.  “En términos generales, las ventajas son más que las desventajas”, dijo Merkel.

“Como es un acuerdo, no hay ni ganadores ni perdedores. No creo que el pueblo griego haya sido humillado y no creo que los otros europeos hayan perdido su prestigio”, indicó a su vez el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Hollande dijo que con el acuerdo “la soberanía griega se ha preservado” y calificó a Alexis Tsipras, de “valiente” por alcanzar el entendimiento con sus acreedores. Por su parte, Jeroen Dijsselbloem,  quien fue reelecto ayer como líder del Eurogrupo, adelantó que llevará unas cuatro semanas negociar el tercer programa de rescate para Grecia, pues  el Parlamento debe aprobar las medidas, luego  se informará al Eurogrupo y éste celebrará teleconferencias en la semana para dar el mandato a las instituciones  de negociar el rescate.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) se declaró “listo para trabajar con las autoridades griegas y los socios europeos para ayudar a hacer avanzar este importante esfuerzo”, aseguró en una breve declaración el portavoz del Fondo, Gerry Rice.

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