El pasado 14 de mayo se conmemoró el 36° aniversario luctuoso del Presidente Miguel Alemán Valdés, quien gobernó nuestro país de 1946 a 1952, en una ceremonia en la que se dieron a conocer los resultados de los trabajos realizados por la fundación que lleva su nombre y que en su memoria a lo largo de los últimos 35 años ha apoyado valiosas causas filantrópicas y sociales.

La oradora oficial invitada para este magno evento fue la Secretaria de Gobernación, la Dra. Olga Sánchez Cordero, quien expresó que el Presidente Miguel Alemán Valdés “promovió un proyecto de desarrollo que estableció las bases del México moderno”.

Este justificado reconocimiento es valioso, no solamente por la visión de concebir un proyecto económico de postguerra, sino precisamente por el delicado periodo histórico en el que se desarrolló.

Miguel Alemán Valdés tuvo la responsabilidad de gobernar México en un mundo dividido entre la guerra y la paz, entre la derrota del fascismo totalitario y la restauración de la democracia y las libertades en Europa, entre el naciente poderío de los Estados Unidos y la pobreza de Latinoamérica azotada por dictaduras demagógicas.

Fue el momento para que Miguel Alemán diera el paso con un proyecto de Estado, de la transición del militarismo que había heredado el movimiento revolucionario para impulsar un civilismo de profesionistas especializados, técnicos y académicos que fueran los líderes de las actividades públicas, privadas, académicas, intelectuales y científicas del futuro del país.

Fue por lo tanto un gobernante que tuvo la responsabilidad de conciliar las divisiones de su tiempo, de ubicar las oportunidades de México en las devastadas economías europeas y de aprovechar el potencial de la productividad nacional.

Era una época en la que fue necesario conciliar las divisiones que se vislumbraban del mundo bipolar, entre un individualismo de consumo y un colectivismo dogmático, entre un capitalismo competitivo a nivel global y un totalitarismo socialista que pretendía exponer su modelo de control al resto del mundo.

Ese mundo dividido fue el punto de partida de un periodo de gobierno que se distinguió por encontrar las oportunidades de desarrollo industrial, económico y turístico a nivel mundial, que rindieran frutos más allá de su periodo constitucional de gobierno.

En esa conciliación externa con lo interno, del pasado con el futuro, de la cruda realidad con los grandes anhelos del pueblo mexicano, destaca la decisión tomada de fortalecer las bases democráticas en 1947, mediante la iniciativa de reconocer el legítimo derecho de la mujer al voto, como primer paso para su integración a la vida política, no solo en procesos electorales sino en la legítima aspiración de desempeñar altos cargos en la vida pública de México.

Es evidente que en este proceso de conciliación de lo externo con lo interno, del pasado con el futuro y de lo político con lo social hubo resistencias, porque las resistencias aparecen en la conciliación mientras que las tensiones florecen en la división.

Así, entre una Europa destruida y un México en construcción, el Presidente Alemán evitó romper con el pasado y sobre esas firmes bases edificó la nueva etapa de la nación.

Fue un gobierno que supo transitar entre dos mundos, el de la tradición y la modernización, entre la naciente amenaza nuclear del mundo bipolar y la frágil preservación de la paz. Consideró que cuando las culturas se conocen y aceptan sus diferencias son capaces de convivir armónicamente, por ello vio en el turismo el mejor vehículo para sembrar el anhelo de paz entre los pueblos.

Miguel Alemán dejó un legado que al igual que sus obras, siguen sirviendo a México.

Rúbrica. Temporada de huracanes. Quién iba a decir que el primero iba a caer en el IMSS.

Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM

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