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Las aguas negras de miles de viviendas de al menos tres desarrollos habitacionales de este municipio son descargadas en la presa Cuevecillas, de unos 400 años de antigüedad, localizada en Jorobas, cuyos pobladores sufren las consecuencias de esa contaminación.

“Estas aguas eran muy limpias. Se metían con los chinchorros y sacaban así de carpas”, describe con sus manos Rosa María Hernández Pacheco, habitante de este lugar.

La mujer mencionó que sus dos hijos pequeños enferman frecuentemente, al igual que otros niños, molestias en la piel, al parecer por la contaminación de la presa. Actualmente este acuífero tiene poca agua, y en él también descargan empresas del parque industrial de la zona.

“En las mañanas huele muy feo y la piel se hace muy fea. Enfrente de los puentes sale toda el agua del caño. Entonces sí queremos que se haga algo, que pongan su planta tratadora, que no nos ensucien el agua aquí”, dijo.

Evangelina Ibarra Zanatta, habitante de Privadas del Valle, quien aseguró que tanto su comunidad como la desarrolladora Ke Casas; Villas del Rey, de Urbi, y Santa Teresa, descargan sus aguas negras directamente en la presa Cuevecillas.

Mencionó que Privadas del Valle tiene tres secciones, las dos primeras habitadas desde hace más de cuatro años y la tercera en construcción, con cuatro mil 500 viviendas en total.

Dijo que el drenaje de Privadas del Valle desemboca en una zanja que lleva las aguas negras a la presa Cuevecillas, por lo que el líquido pestilente corre a un lado de viviendas e incluso de una escuela de preescolar.

Dijo que en diversas ocasiones pidió a autoridades municipales que intervengan para evitar que continúe la contaminación de la presa, y que los drenajes sean conectados, aunque hasta el momento no ha recibido respuesta positiva a sus demandas.

Juan Hernández Ortiz, colono de Jorobas, aseguró que también su comunidad ha solicitado que dejen de efectuar descargas de drenaje a la presa Cuevecillas.

“Todo se murió. Era agua limpia. Eso tiene como 10 años, cuando llegaron los departamentos de Urbi y Santa Teresa, empezaron a meter toda el agua sucia. Los que vivimos aquí no contaminamos la presa, nuestro drenaje se va al canal de Huehuetoca. Fuimos a ver a la autoridad, dicen que van a ver, pero nunca van”.

Añadió: “El agua estaba limpia, cristalina, se veían las carpas que andaban nadando a dos o tres metros de profundidad. Ahora ya no se ve nada, ya no hay nada, se murieron. Ni los patos encuentran comida por lo mismo que el agua está sucia, aunque todavía llegan aves migratorias. Venía harta gente a bañarse los domingos, ahora si vienen, se enferman”.

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